El Ojo En El Cielo

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El aire lleno de ti

El futuro llega a menudo de modo inesperado. A veces lo hace a bordo de medios de transportes que poco a poco se hacen familiares y nos acercan lugares que antes parecían inaccesibles; otras veces nos golpea con adelantos científicos que suponen o bien la cura de una enfermedad mortal o bien la capacidad de acabar con la vida de poblaciones enteras de un solo disparo mortífero; en alguna ocasión se supo del futuro porque algunos genios locos habían escrito relatos sobre cómo sería. Pero la mayor parte de las veces somos conscientes de que hemos dejado el pasado atrás cuando las imágenes del presente nos transportan a un mundo desconocido.

El siglo XX convirtió las imágenes del presente en futuro perpetuo. Las innovaciones tecnológicas y la revolución en la industria y el comercio que habían comenzado en el siglo XIX transformaron las sociedades y la economía de la siguiente centuria a velocidad de vértigo. La publicidad, apoyada en las imágenes dibujadas de los carteles o en los experimentos de la fotografía, abría los ojos de las masas asombradas y les hablaba, como un jeroglífico moderno, de las maravillas que estaban por venir.

España a principios del siglo XX era un país lleno de paradojas donde la modernidad burguesa se hacía hueco a codazos entre el medievo en alpargatas. Los restos del feudalismo se convertían con fervor al capitalismo en busca de nuevos siervos de la gleba y las ciudades crecían a trompicones, engordadas por campesinos desarraigados que fundaban a su pesar las clases bajas urbanas en los suburbios. Todo ello vigilado con ojo de halcón por la Iglesia Católica, que seguía disfrutando del control moral sobre el poder terrenal. Y sobre este panorama, planeaba la sombra negra del fin del Imperio español: con la pérdida de Cuba, Filipinas y Guam la idea de esplendor a la que aferrarse se convirtió en vergüenza. Y quizá sirvió para aceptar que el único camino posible era seguir adelante.

En esta España de contrastes exacerbados surgió una figura en el diseño que puso imagen a la modernidad con sus trabajos que maravillaban, asombraban y escandalizaban a partes iguales a todos aquellos que paseaban por las calles de las ciudades. Ese renovador de la ilustración publicitaria española se llamaba Rafael de Penagos (1889-1954) y con él el futuro llegó a las calles de Madrid y a los estantes de las librerías de los hogares modestos.

Que el pequeño Rafael era un genio del dibujo lo demuestra el hecho de que, con sólo once años, se matriculara en la Escuela Superior de Artes e Industrias (donde ganó el Premio de Honor) y que que en 1904, con apenas 15 años, fuera admitido en la Real Academia De Bellas Artes de San Fernando. La posición acomodada de su familia (su padre era notario) le permitió dedicarse a aquello que le apasionaba: dibujar. Fue cuando estaba estudiando en la Academia de Bellas Artes cuando le echó el ojo un avispado diputado en Cortes, escritor y editor valenciano afincado en Madrid que le propuso realizar ilustraciones para un nuevo proyecto editorial que pretendía hacer llegar a las clases populares los grandes títulos de la novela europea contemporánea. El proyecto editorial se llamaba La novela ilustrada y su impulsor, Vicente Blasco Ibáñez.

Rafael de Penagos Romacero del Cid La novela Ilustrada 1910

Rafael de Penagos – Cubierta para Romancero del Cid. La Novela Ilustrada (1910)

El contacto con Blasco Ibáñez permitió a Penagos conocer a los más importantes intelectuales españoles de la época. Junto con dos compañeros de estudios, el futuro pintor José Gutierrez-Solana y el escultor Victorio Macho, asistió con asiduidad a las tertulias del Café Levante, dirigidas por Ramón del Valle-Inclán. Allí pudo conocer a otros artistas como Ignacio Zuloaga o Julio Romero de Torres pero, sobre todo, le sirvió para continuar trabajando en la ilustración editorial porque Valle-Inclán le encargó el diseño de las portadas de sus Sonatas.

 

Rafael de Penagos Portada Sonata primavera Opera Omnia 1913

Rafael de Penagos – Cubierta para Sonata de Primavera de Ramón del Valle-Inclán (1913)

El diseño editorial, en el que le había introducido Blasco Ibáñez, y la publicidad acabaron siendo los principales campos de trabajo de Penagos. Acuarelas, carboncillo, tinta o grabados se convirtieron en sus herramientas habituales aunque su maestría con otras técnicas estaba más que demostrada, sobre todo con el óleo.

Rafael de penagos Paisaje 1906

Rafael de Penagos – Paisaje. Óleo sobre lienzo (1906)

Las ilustraciones de Penagos se hicieron populares en colecciones literarias destinadas al gran público, como las que realizó para los cuentos publicados por la Editorial Saturnino Calleja.

Rafael de penagos Portada de la perla del rio rojo para la editorial saturnino calleja 1919

Rafael de Penagos – Portada para La perla del Río Rojo de Emilio Salgari. Editorial Saturnino Calleja (1919)

Sus carteles ganaron, en varias ocasiones, los concursos que celebraba el Círculo de Bellas Artes de Madrid para anunciar sus bailes.

Rafael de Penagos Cartel para baile Circulo 1909

Rafael de Penagos – Cartel anunciando el baile de máscaras del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1909)

Poco a poco, las calles de Madrid se fueron llenando con las imágenes de Penagos. Unas imágenes que traían aires exóticos y modernos al país de la charanga y la pandereta. En 1913 el artista se trasladó a París y a Londres gracias a una beca y allí respiró un futuro que no dudó en introducir en sus diseños. Un futuro en el que la mujer aparecía como reclamo -algo usual en la publicidad de la época- pero que se distanciaba a años luz del modelo femenino castizo, sumiso, recatado y atado a la casa y a la familia sin posibilidad de liberación que imperaba la España de principios de siglo. Las mujeres de Penagos miraban de frente, eran estilizadas, vestían con atrevimiento y elegancia, tomaban decisiones, eran atractivas, se sentían orgullosas de gustar y -lo que era más importante- de gustarse a ellas mismas. Fumaban, se bañaban en la playa, sonreían y pisaban con garbo, pero también con fuerza, las calles de las ciudades. Sus ilustraciones para diversos periódicos y publicaciones pero, sobre todo, sus portadas para el diario ABC o las revistas Blanco y NegroNuevo Mundo hicieron entrar a España en el siglo XX.

Rafael de Penagos Portada Nuevo Mundo 1920

Rafael de Penagos – Portada para la revista Nuevo Mundo (1920)

l de Penagos Cubierta para la revista Blanco y Negro

Rafael de Penagos – Portada para la revista Blanco y Negro (años 20)

Rafael de penagos Ilustración. Gouache sobre papel (1923)

Rafael de Penagos – Ilustración editorial (1923)

El talento de Penagos se vió reconocido con la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de las Artes Decorativas de París de 1925, la misma que dio nombre al nuevo estilo artístico del periodo de entreguerras, el Art Decó. El galardón refrendaba la modernidad de Penagos y su buen hacer, que continuó realizando ilustraciones publicitarias y editoriales en España y en Latinoamérica.

Rafael de Penagos cartel turismo santander 1930

Rafael de Penagos – Cartel de turismo para Santander (1930)

Penagos compaginó su trabajo como ilustrador con la enseñanza. Fue nombrado catedrático de dibujo e impartió clases en Valencia, la ciudad natal de su «descubridor» Blasco Ibáñez. Estando allí estalló la guerra civil. El conflicto no impidió que siguiera trabajando aunque la España moderna que había asomado durante la República y que él había animado con sus ilustraciones se había volatilizado. Sus viajes a Latinoamérica se hicieron más frecuentes y en 1948 se trasladó a Chile y después a Argentina, donde residió hasta 1953, cuando volvió a España.

Rafael de Penagos fue un dibujante de inmenso talento, cuyo trazo podía ser sintético y geométrico o curvilíneo y detallado como lo demuestran los retratos a carboncillo que realizó sobre todo a su familia.

Rafael de Penagos Retrato de su hijo Rafael Carboncillo 1946

Rafael de Penagos – Retrato a carboncillo de su hijo Rafael en traje militar (1946). El hijo de Penagos fue un reputado poeta y un conocido actor de doblaje cinematográfico.

El aire nuevo que Penagos insufló al diseño español recorrió como una brisa todo el primer tercio del siglo XX. Una brisa que llenó las calles de color, de sonrisas, de miradas de reojo, de cejas enarcadas y de más de algún gesto de reprobación. Pero que no dejó ni un solo hueco para la oscuridad de un pasado rancio. Quizá el mejor ejemplo de lo que supuso su obra en el imaginario popular son las palabras -poéticas, como no podía ser de otro modo- con las que el poeta Rafael Alberti describió su llegada a Madrid:

«Llegué a Madrid. Yo venía del mar de Cádiz. Y ví, ¿qué vi, qué es lo que veía? Un Madrid lleno de ti. Vestidas o no, risueños finos, gráciles halagos, nuevas mujeres, ensueños de Rafael Penagos. ¿Qué vi, qué es lo que no vi?

El aire lleno de ti.»

Rafael de Penagos Autorretrato 1952

Rafael de Penagos – Autorretrato (1952)

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Ver El Mundo en un grano de arena

«To see a world in a grain of sand,

And a heaven in a wild flower,

Hold infinity in the palm of your hand,

And eternity in an hour»

William Blake – Auguries of Innocence (1803)

Una portada es, como su propio nombre indica, la entrada a algo que no se ve. Ese algo puede ser un libro, un periódico, música, un catálogo, un atlas o una revista y la puerta que nos permite entrar en su interior puede ser hermética y misteriosa, sugerente, colorista y descriptiva, literal o jeroglífica. Sea como fuere, la portada debe invitarnos a franquearla sin demora para devorar los tesoros que podamos hallar en su interior.

Como diseño es, en sí, un desafío que crece cuanta mayor es su periodicidad, porque crear mensajes iconográficos que mantengan la fuerza comunicativa con relativa frecuencia no es una tarea fácil. Y, sin embargo, a veces se pueden encontrar tesoros como las portadas de La Luna de Metrópoli, suplemento del diario El Mundo, donde el equipo dirigido por Rodrigo Sánchez realiza una nueva demostración de fuerza cada semana:

Portada del suplemento Metropoli (Diario El Mundo) Julio de 1998 - Portada de la guía de ocio de Madrid "Metrópoli" cuyo tema es el estreno de la película "Armageddon". En la parte superior está la cabecera con el nombre de la publicación en mayúsculas. El resto de la portada es exclusivamente tipográfica en la que se reproduce un  fragmento de un texto apocalíptico con la particularidad de que aparece desenfocado salvo por la palabra "armageddon" en su centro. Pulse para ampliar.

Portada del suplemento Metropoli (Diario El Mundo) Julio de 1998

La Luna de Metrópoli nació en 2004 tras la fusión de dos de los suplementos que ofrecía el diario El Mundo: La Luna del Siglo XXI (dedicado a la vanguardia, la música y el cine) y Metrópoli (la guía de ocio de Madrid) que se venían publicando desde 1990. En el año 1996 Rodrigo Sánchez, periodista y diseñador, se hizo cargo de la dirección artística del diseño y desde entonces sus trabajos se han convertido en objeto de coleccionismo devoto.

«Las demás revistas llevan los temas a la portada, nosotros llevamos la portada al tema, nos convertimos en el tema. Para mí todo es portada, desde el primer píxel de la esquina superior izquierda hasta el último píxel de la esquina inferior derecha». Esto lo decía Rodrigo Sánchez en julio de 2011 en una entrevista a El Cultural con motivo de la exposición de una selección de portadas de Metrópoli y es, probablemente, la mejor definición de su propio trabajo y la mejor explicación de su éxito. El lenguaje gráfico utilizado en Metrópoli es un compendio de todas las posibilidades que ofrece el diseño para comunicar una idea: si en una portada se utiliza el collage, a la semana siguiente la protagonista es la tipografía, o la ilustración, o la caligrafía. Todo ello al servicio de la expresión de una idea que se presenta ante nuestros ojos con claridad pero cuya lectura es más profunda de lo que parece, llena de referencias visuales, literarias y artísticas que resulta en una especie de gymkana intelectual en la que la mayor satisfacción es para quien adivina con una sonrisa el acertijo de imágenes.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Enero de 1997 - La portada imita la apariencia de una cajetilla de tabaco (en este caso de la Marca Marlboro, utilizando los colores de la marca: rojo y blanco con tipografía en negro): donde se situaría la marca de tabaco aparece el nombre de la revista y en la parte inferior el título de la película "El Amor Perjudica Seriamente la Salud" a imitación de las advertencias de las autoridades sanitarias presentes en las cajetillas de tabaco. Pulse para ampliar.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Enero de 1997

Uno de los aspectos más atractivos de los diseños de Rodrigo Sánchez son las continuas alusiones a la historia del arte y del diseño. Así, no es difícil encontrarse referencias al Renacimiento via Leonardo da Vinci; al constructivismo a través de Alexander Rodchenko o Jan Tschichold; al surrealismo inspirándose en el humor de Joan Brossa y sus poemas-objeto:

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Mayo de 2006 - La portada está dedicada a la película "El Código Da Vinci". En la parte superior se ve la cabecera con el nombre de la publicación y el resto de la portada es un texto manuscrito. Tanto la cabecera como el texto están escritos al revés como para ser leídos sólo si se vieran reflejados en un espejo (tal y como hacía Leonardo Da Vinci con sus escritos). Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Mayo de 2006

A veces incluso se combinan sin rubor dos referencias artísticas alejadas entre sí pero que maridan perfectamente, como en esta portada dedicada a los restaurantes de diferentes museos, en la que el icónico retrato de Marilyn Monroe serigrafiado por Andy Warhol se construye a base de elementos culinarios como si fuera una de las composiciones renacentistas de Giuseppe Arcimboldo:

Portada de La Luna de Metrópoli (dIario El Mundo) Marzo de 2007 - La portada muestra en la parte superior la cabecera con el nombre de la publicación, debajo la frase "Comer con mucho arte" y ocupando casi toda la superficie una ilustración del rostro de Marilyn Monroe tal y como la serigrafió Andy Warhol en los años 60, con los ojos entrecerrados y la boca un poco abierta. La particularidad de la ilustración es que la figura está realizada no con trazos lineales sino por yuxtaposición de elementos como verduras, mariscos, frutas, etc. que vistos en conjunto reproducen la imagen de la actriz. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (dIario El Mundo) Marzo de 2007

O como en esta portada dedicada al estreno de la película Casanova, donde la técnica del fotomontaje, aportación de la vanguardia dadaísta, se funde en un caluroso abrazo con el subconsciente, tan querido por los surrealistas, y da como resultado una definición implacable del conquistador:

Portada de la Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2006 - La imagen muestra en la parte superior la cabecera con el nombre de la publicación y el resto está ocupado por una imagen que consiste en un plano detalle de la cadera y brazo derecho de la estatua de David (hecha por Miguel Ángel). En lugar de aparecer desnudo, tal y como está la estatua, sus genitales están cubiertos por una máscara veneciana, más concretamente una máscara de Capitán Sacaramouche (un personaje de la Commedia dell´arte), con el ceño marcado y una larga y puntiaguda nariz. Pulse para ampliar.

Portada de la Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2006

En los diseños de Metrópoli Rodrigo Sánchez no sólo echa mano de la historia del arte. Las citas a grandes hitos del diseño están también presentes: tipografías, diseños o carteles clásicos y no tan clásicos se reinterpretan en un claro homenaje. Es el caso de esta portada dedicada al Circo del Sol que se inspira en los carteles de feria decimonónicos en los que el elemento principal eran la utilización de tipografías gruesas:

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 1998 - Esta portada es exclusivamente tipográfica: en la parte superior aparece la cabecera con el nombre de la publicación y debajo una serie de líneas de texto, realizadas en tipografías de gran tamaño, anunciando el espectáculo de El Circo del Sol, a las que se añaden algunas viñetas tipográficas en forma de mano apuntando con el dedo índice, un saltimbanqui y una orla que enmarca el conjunto. El fondo del cartel es de color ocre, como si el papel hubiera amarilleado con el tiempo. Pulse para ampliar.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 1998

O como en esta portada, más reciente, dedicada al estreno de la película biográfica sobre Hitchcock, en la que se reproduce a base exclusivamente de tipografía una de las escenas por las que es más recordado el director de cine pero que, además, desprende un claro aroma a la expresividad de los títulos de crédito de Saul Bass:

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2013 - La portada muestra sobre un fondo blanco una alcachofa de ducha que aparece en la parte superior izquierda hecha a base de elementos tipográficos donde las letras de "metrópoli" aparecen formando la parte inferior de esa alcachofa. A partir de ahí, surgen una serie de líneas de texto en diagonal explicando el tema principal de la publicación (el estreno de la película "Hitchcock"). La disposición de esas líneas de texto hace que se asocien con chorros de agua que surgen de la ducha, como en la escena de la película "Psicosis" de Alfred Hitchcock. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2013

El trabajo de Rodrigo Sánchez ha sido galardonado en varias ocasiones a nivel nacional e internacional. La última (hasta el momento) ha sido el reconocimiento de la SPD (Society of Publication Designers) para esta portada sobre la película Looper como una de las cinco mejores del año 2012 (junto con otra portada de la revista New York y tres de The New York Times Magazine):

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Octubre de 2012 - La imagen muestra una serie de cñirculos de papel superpuestos en tamaño decreciente como si fueran esferas de un reloj. En cada uno de ellos aparece en la parte izquierda la palabra "Metrópoli" en rojo y escrita al revés y en la parte derecha la misma palabra escrita en negro y en sentido correcto. El tema de la portada es la película "Looper" cuyo argumento trata de viajes hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Octubre de 2012

Cada una de las portadas de la Luna de Metrópoli es un desafío creativo y un juego visual inteligente que despiertan la admiración de quienes las ven. Son instantes exactos que definen universos amplios producto de la capacidad de mirar alrededor pero también de saber ver. Como dijo aquel poeta loco (o no) que fue William Blake, tenemos la capacidad de ver un mundo en un grano de arena y de sostener el infinito en la palma de la mano. Incluso si ese infinito abarca tan sólo la superficie de una portada de revista.

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