El Ojo En El Cielo

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Etiqueta: Art Nouveau

No es país para viejos

«That is no country for old men. The young

in one another’s arms, birds in the trees

– those dying generations – at their song,

the salmon-falls, the mackerel-crowded seas,

fish, flesh, or fowl, commend all summer long

whatever is begotten, born, and dies.

Caught in that sensual music all neglect

monuments of unageing intellect.”

W. B. Yeats: «Sailing to Byzantium» (1926)

Hay un lugar donde nadie envejece jamás. Donde las historias comienzan y terminan sin que el tiempo haya pasado. Un lugar al que volvemos cuando ya no tenemos a donde ir. Un país con tantos paisajes y habitantes como cuentos narrados al caer el sol.

Todo el mundo recuerda una fábula escuchada en la niñez y se asombra de la nitidez de las sensaciones que despiertan a pesar del tiempo transcurrido: la seguridad que daba la voz que desgranaba la historia y que invitaba al sueño; la tristeza y la angustia provocadas por las desgracias de los protagonistas; la emoción ante las peripecias de la narración; la alegría por el final feliz, generalmente acompañado de una perdiz; y, cuando los cuentos se materializaban en libros, éstos se llenaban de imágenes que, intercaladas entre las páginas, nos hacían ver los magníficos vestidos de los príncipes y los harapos de los mendigos; los salones de los palacios y las cabañas ocultas en el bosque oscuro; y los gigantes, dragones y sirenas que asomaban de entre el papel.

Pocos tienen la capacidad de plasmar en imágenes el mundo de los cuentos de modo que, pasado el tiempo -ese que nunca transcurre cuando leemos las historias-, sigan atrapando al lector como el día aquel en fueron niños. Hubo un hombre que sí lo consiguió. Fue un francés enamorado de Inglaterra que se hizo amigo del más grande poeta irlandés y que se llamaba Edmond Dulac.

Dulac nació en Tolouse (Francia) en 1882. Hijo de Pierre Henri Aristide Dulac y Marie Catherine Pauline Rieu, su familia era un ejemplo típico de la burguesía francesa acomodada de finales de siglo. Edmond creció siendo un joven introvertido pero con un gran talento para el dibujo. Fascinado por el nuevo estilo Art Nouveau, con 16 años era capaz de realizar trabajos casi profesionales imitando a los grandes cartelistas y pintores de la época, lo que despertaba la admiración de amigos y familiares. Pero el arte no era considerado una profesión, sino una afición. Una vez terminados sus estudios en el Liceo de Tolouse, Edmond comenzó a estudiar Derecho en la universidad de su ciudad. Pero no pudo aguantar más de dos años: dejó los estudios de Leyes y se decidió a ingresar en la Escuela de Bellas Artes para seguir aprendiendo a hacer aquello que amaba: dibujar. El trabajo académico de Edmond en la Escuela de Bellas Artes fue excepcional: ganó el primer premio de los concursos anuales de estudiantes en 1901 y 1903. Allí también descubrió las ilustraciones de Vincent Aubrey Beardsley, Edward Burne-Jones o William Morris. Admiraba profundamente el arte inglés, sobre todo a los pintores prerrafaelitas y los románticos. En 1903, fruto de su excelente trabajo, obtuvo una beca para asistir durante tres semanas a la Academia Julien de París, la misma donde hacía casi veinte años había estudiado uno de los grandes artistas del Art Nouveau, Alfons María Mucha.

Edmond se quedó en París más de esas tres semanas que le permitía la beca. Descubrió un mundo lleno de artistas, de música, de mujeres… El muchacho introvertido de apenas 21 años se enamoró locamente de una americana aficionada al arte llamada Alice May de Marini, trece años mayor que él. El matrimonio no duró mucho: a las pocas semanas se divorciaron y quizá eso fue el detonante para que Edmond decidiera trasladarse, en 1904, a su admirada Inglaterra. Dulac se estableció en Londres, cambió la grafía de su nombre para adaptarlo a su pronunciación inglesa y decidió hacerse un hueco en el mundo del arte y de la ilustración londinense. Edmund (ahora su nombre lo escribía así) se apresuró a ingresar en el Sketch Club, una asociación de dibujantes e ilustradores fundado en Chelsea en 1898 (del que era miembro también James Pryde, uno de los Beggarstaff Brothers) y en el que buscaba contactos que le permitieran desarrollar una labor profesional en Inglaterra. Pronto consiguió esos contactos. El mismo año de su llegada recibió el encargo de ilustrar las obras de las hermanas Brontë y pronto estableció un acuerdo con la Galería de Arte Leicester para vender sus obras a cambio de una comisión.

La imagen muestra una ilustración a color. En primer plano aparece un hombre elegantemente vestido sentado en una cerca de madera. Está cabizbajo y parece pensativo y melancólico. Su sombrero y su bastón están en el suelo ante él . Al fondo se ve la figura de una mujer joven vestida de negro que le mira con curiosidad. Todo ello parece ocurrir al ocaso ya que en último plano se adivina entre los árboles el sol poniéndose en el horizonte. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para «Jane Eyre» de Charlotte Brontë (1904)

Al poco tiempo, fue contratado por la editorial Hodder & Stroughton para realizar las ilustraciones de sus ediciones de lujo: Las mil y una noches (1907), La Tempestad de W. Shakespeare (1908) y Rubáiyat de Omar Khayyam (1909).

La imagen muestra un paisaje en el que se aprecia un lago a la izquierda. En primer plano y de espaldas al espectador está una pareja vestida con ropas árabes. El hombre está recostado sobre una roca y no podemos verle el rostro. La mujer apoya su espalda sobre el tronco del árbol que está a su lado y mira embelesada al hombre. Los colores son suaves y agradables y la luz es cálida, como indicando que es el fin del día. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para «Las mil y una noches» (1907)

A pesar del interés que despertaba en él el arte oriental, sus obras muestran un concepto totalmente tradicional del espacio y la forma, poniendo la nota exótica los detalles minuciosos con los que Dulac caracterizaba elementos como el entorno o el vestuario de sus figuras y que aún hoy en día hacen de sus ilustraciones un espléndido viaje a través del color y de la forma.

La imagen muestra una escena en la que aparecen un hombre maduro, con una larga barba blanca y vestido con una túnica larga. Frente a él hay una muchacha joven, su hija, que se dirige a él poniendo las manos en su pecho y mirándole con gesto implorante. El hombre extiende su brazo derecho sobre el hombro de la joven . Ambos están delante de un árbol retorcido y sin hojas que se yergue ante una costa abrupta. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – «No he hecho más que protegerte» (Ilustración para «La Tempestad» de W. Shakespeare, 1908)

Fue por ello que el trabajo de Dulac pronto se hizo famoso en el mundo de la ilustración editorial por la novedad de su estilo y de su resultado.

La imagen muestra a una mujer joven, vestida a la manera árabe, que baja por las escaleras de una casa de paredes blancas. Lleva sobre su hombro izquierdo un ánfora (se supone que de vino). Los tonos de la ilustración son apagados, el cielo y los muros de la casa tienden al gris. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac: «Filtrandose en la sombra, una silueta de ángel» – Ilustración para «La magia de la viña», quinta rubaiyat de Omar Khayyam (1909)

A finales del siglo XIX los métodos de impresión utilizados para carteles e ilustraciones no reproducían fielmente los colores utilizados por los artistas y éstos solían utilizar una gruesa línea negra para separar los campos de color. Esto otorgaba a las imágenes un aspecto de vidriera, muy ornamental pero también muy característico. En 1905 se generaliza en Europa (en Estados Unidos lo hizo unos años antes) la técnica de impresión en cuatricromía sobre papel, lo que permitía una impresión con un estilo mucho más pictórico al no tener que estar, obligatoriamente, supeditado a la utilización de la línea. Dulac utilizó este nuevo método desde un principio y eso le convirtió en un innovador dentro de la industria editorial. Su éxito le llevó a ser citado en la publicidad, como en este anuncio en prensa de la casa de modas parisina Paul Poiret en la que la caricatura del diseñador hecha por Dulac ocupa un lugar destacado:

La imagen muestra un anuncio de un periódico. Es de formato rectangular vertical y consta, en su mayor parte, de una fotografía de una modelo que luce un vestido creación del diseñador. En la parte superior izquierda del anuncio,  encerrado en un círculo, aparece el dibujo caricaturesco de Poiret, tocado con un bombín y anteojos. Un texto explica que esa caricatura fue realizada por Dulac en 1991. Pulse para ampliar.

Anuncio en prensa de la casa de modas Paul Poiret. En la parte superior, caricatura del diseñador hecha por Edmund Dulac en 1911.

La amistad de Dulac con Edmund Davis, un filántropo y coleccionista, le introdujo en los círculos literarios e intelectuales londinenses. Gracias a él trabó amistad con el pianista Arthur Rubinstein y al poeta irlandés William Butler Yeats, que se convertiría en uno de sus mejores amigos. En 1911, Dulac se casó con Elsa Arnalice Bignardi, una violinista inglesa de ascendencia alemana e italiana y siguió realizando trabajos para Hodder & Stroughton como las ilustraciones para los Cuentos de Andersen (1911).

La imagen muestra a dos personajes en una escalinata de mármol que desciende hasta el mar. En pie, apoyado en una columna, está un hombre vestido con ropas lujosas. Sentada en el último de los escalones, con los pies aún sumergidos en el mar, está una muchacha desnuda, que cubre su cuerpo con algas de color marrón y que alza la vista hacia el hombre con una expresión de tristeza. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac: «El príncipe le preguntó quién era y cómo había llegado hasta allí» – Ilustración para «La Sirenita» en «Cuentos de Andersen (1911)

La imagen muestra el interior de un lujoso dormitorio, decorado con un tapiz sobre la pared y con una lámpara de metal con velas. La mayor parte de la ilustración la ocupa una enorme cama con dosel, vista desde abajo, sobre la que se acumulan un montón de colchones forrados de telas de muchos  colores. En lo alto de la pila de colchones, una muchacha con gesto de cansancio hace además de incorporarse en la cama. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac: «¡Apenas he pegado ojo en toda la noche!» – Ilustración para «La princesa y el guisante» de los «Cuentos de Andersen» (1911)

La imagen muestra, en medio de un paisaje completamente cubierto de nieve del que sólo sobresalen algunos árboles, a una niña descalza que besa en la boca y acaricia la cara a un reno que está llorando. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac: «Entonces bajó a Gerda y la besó en los labios, mientras grandes lágrimas resplandecientes rodaban por su cara» – Ilustración para «La Reina de las Nieves» de los «Cuentos de Andersen» (1911)

No sólo ilustró con éxito ediciones de cuentos infantiles. Uno de sus mejores trabajos es el conjunto de ilustraciones para Las Campanas y otros poemas de Edgar Allan Poe, donde sus dibujos muestran una gran influencia de los pintores románticos y simbolistas.

La imagen muestra un plano general de un hombre de espaldas al espectador que está en lo alto de una montaña observando el cielo. Sólo se aprecia su silueta y el viento parece agitar sus ropas mientras el cielo adquiere tonos malvas y rosados. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para el poema «Solo» de «Las Campanas y otros poemas» de Edgard Allan Poe (1912)

La imagen muestra a una muchacha en primer plano, con un vestido en tonos morados y dorados. Tiene una pose lánguida y baja un poco la cabeza, como si estuviera pensativa. Detrás de ella se ve el mar, el perfil de una costa, y al fondo, parte de una ciudad amurallada. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para el poema «Annabelle Lee» de «Las Campanas y otros poemas» de Edgard Allan Poe (1912)

Dulac seguía investigando sobre otros lenguajes expresivos, atraído por la contundencia expresiva de los grabados japoneses y las ilustraciones persas, donde la representación del espacio rompía todos los esquemas de la tradición pictórica occidental. Y esta vez sí los aplicó a las ilustraciones que realizó para Sinbad el marino (1914).

La imagen muestra a un hombre subido a un caballo negro alado que se eleva sobre los tejados de una ciudad de casas de adobe de color tierra. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para «Sinbad el marino» (1914)

Las ilustraciones para Sinbad fueron las últimas que hizo para el floreciente mundo del libro ilustrado de lujo. Hodder & Stroughton rescindió su contrato con él: la I Guerra Mundial hizo que ese mercado especializado decayera y Dulac, necesitado de trabajo, se dedicó a diseñar sellos, panfletos y libros cuya venta estaba destinada a recaudar fondos para organizaciones benéficas, a veces a cambio de muy poco dinero, otras veces gratis, concienciado como estaba de que debía ayudar a su país de adopción (se había nacionalizado inglés en 1912) en esos momentos tan difíciles. Se dedicó más a la pintura y realizó retratos, con acuarelas por lo general, una técnica bastante inusual para este tipo de obras.

La imagen muestra a una mujer joven, sentada sobre un diván y que apoya su brazo izquierdo sobre un montón de cojines. Está vestida con un traje rosa y lleva sombrero, estola y manguitos de piel de color negro. Tiene la pìel muy blanca y sus ojos azules son grandes y tienen una expresión sosegada y risueña. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Retrato de Lady Cynthia Asquith, ayudante del escritor J. M. Barrie (1914). Acuarela sobre papel.

El fin de la guerra le obligó a diversificar su trabajo para poder sobrevivir. Ya había realizado caricaturas con anterioridad, pero ahora se dedicó a ello de manera periódica para la revista The Outlook.

La imagen muestra a un hombre alto y desgarbado, vestido con traje de tonos azulados. Lleva en las manos un mazo de croquet con el que intenta dar a la bola amarilla que tiene ante él. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Caricatura de personaje anónimo (c. 1919)

Diseñó barajas de cartas y sellos e ilustró algún libro como El reino de la perla (1920), un pequeño panfleto escrito por el joyero parisino Leonard Rosenthal. En este trabajo Dulac utilizó un estilo de colores planos y brillantes que recordaba las miniaturas medievales persas e indias.

La imagen muestra u paisaje con un río, rocas, un prado y algunos árboles, donde pacen un par de cervatillos. Al lado del río, y apoyados en una de las rocas, están un hombre y una mujer, Él vestido sólo con unos amplios pantalones a rayas y un turbante. Ella, completamente desnuda. Se abrazan y sus rostros se acercan como para besarse. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac: «La perla del amor» – Ilustración para «El Reino de la Perla» de Leonard Rosenthal (1920)

Pero la colaboración más fructífera la tuvo con su amigo W. B. Yeats, con el que emprendió una serie de proyectos artísticos. Dulac diseñó los decorados y el vestuario, e incluso compuso la música incidental y actuó, para la obra de teatro de Yeats At the Hawk´s Well (1916). Al finalizar la guerra, Dulac se dedicó con más intensidad a la dirección artística teatral, colaborando con el músico y director de orquesta Sir Thomas Beecham. Aficionado como era al arte y la cultura japonesa, Dulac también colaboró en la puesta en escena de algunas obras de teatro Nõ junto con Yeats y el poeta americano Ezra Pound.

El año 1923 fue muy importante para Edmund Dulac. Su amigo Yeats recibió nada más y nada menos que el Premio Nobel de Literatura y él se divorció de Elsa alegando incompatibilidad intelectual. Quizá el haber conocido a la escritora Helen Beauclerk, de quien había ilustrado algunos de sus libros, le decidió a tomar ese paso, ya que al poco de separarse de Elsa el ilustrador estaba conviviendo con la escritora.

La imagen muestra una ilustración hecha a base de líneas, en blanco y negro donde se aprecia a una joven sentada sobre un montículo de tierra, llevándose la mano izquierda al corazón, con gesto humilde mientras a su lado y tras un árbol, surge la figura de un ángel de grandes alas negras. El conjunto tiene un aspecto arcaico, como si fuera un dibujo medieval. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustracion para «Love of the Foolish Angel» de Helen Beauclerk (1929)

Dulac siguió colaborando con Yeats a los largo de los años. De hecho, el poeta le dedicó uno de sus más importantes libros de poemas, La escalera de caracol (1933). Uno de esos proyectos, que consistía en una serie de espacios radiofónicos donde el poeta recitaba sus obras mientras que Dulac acompañaba algunos de los versos con música compuesta por él, supuso el enfriamiento de su relación, ya que no tuvo el éxito que ninguno de los dos esperaba. A pesar del distanciamiento, tras la muerte de Yeats en Francia en 1939 y el posterior traslado de sus restos a Sligo (Irlanda), Dulac diseñó una inscripción en su memoria para que fuera puesta en el cementerio de Roquebrune, donde el poeta había sido enterrado en un principio.

La imagen muestra la fotografía de una lápida de piedra que en la parte superior está decorada con un bajorrelieve que muestra a un unicornio alado sobre el que luce una estrella. Bajo él, la inscripción:

Inscripción en memoria de W. B. Yeats en el cementerio de Roquebrune (Francia)

La II Guerra Mundial volvió a poner a Dulac contra las cuerdas, laboralmente hablando. No abundaban los encargos pero, al igual que en el conflicto anterior, trabajó de forma altruista esta vez para su antigua patria: diseñó billetes de banco y sellos para la Francia libre, encargados por el mismísimo Charles de Gaulle. Fue la única vez que volvió a firmar su trabajo con su nombre escrito en la grafía francesa.

La imagen muestra un sello de correos, de forma cuadrada, en el que se ve el perfil de la personificación femenina de Francia (llamada Marianne) tocada con el gorro frigio revolucionario. Los bordes están decorados con una orla vegetal y con espirales. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Sello de la Francia Libre (1942)

Tras la guerra volvió a su labor como ilustrador, aunque sin tanta actividad como antes. Hizo algún diseño filatélico, como los sellos de la coronación de Isabel II pero también realizó trabajos realmente interesantes, como las ilustraciones para The Masque of Comus de John Milton, publicadas en 1955 (dos años después de su muerte).

La imagen muestra una escena en un jardín en el que al fondo se ven una serie de árboles. En primer plano, y sobre un campo lleno de flores, se ve a una mujer desnuda y, delante de ella, un dragón rojo postrado a sus pies. Pulse para ampliar.

Edmund Dulac – Ilustración para «The Masque of Comus» de John Milton (publicada en 1955)

Edmund Dulac murió en 1953 víctima de un ataque al corazón provocado por el entusiasmo y el esfuerzo que le produjo el arrancarse a bailar flamenco una noche de fiesta. Dejó tras de sí un legado de obras espléndidas, muchas de ellas tan invisibles como un humilde sello de correos. Otras tan llenas de color y de exotismo que no pueden pasar desapercibidas. Fue un hombre lleno de curiosidad por todo aquello que significara “arte”, comprometido con su patria (con sus dos patrias, para ser exactos), lleno de alegría de vivir y que con sus imágenes trazó el atlas imaginario de ese país que no es para viejos. Porque, al igual que el Bizancio del poema de su amigo Yeats, el mundo de los cuentos está lleno de bellezas y riquezas incontables que detienen el tiempo cuando las contemplamos.

Y si el tiempo se detiene, ya no podemos envejecer.

La imagen muestra un plano general de una habitación. al fondo se aprecia un gran ventanal. En primer plano, y de perfil a nosotros aparece el artista, sentado en una silla acolchada de armazón metálico. ante él, está una mesa de trabajo sobre la que se dispone un atril de madera. En ese atril hay una lámina de papel. Dulac está mojando el pincel en las acuarelas que se pueden adivinar sobre la mesa a su lado mientras que con la mano izquierda sostiene la lámina de papel para que no se mueva. Pulse para ampliar.

Fotografía de Edmund Dulac trabajando en su estudio (sin fecha)

Un regalo de cumpleaños

Ernst Ludwig, gran duque de Hesse (1868-1937), además de ser nieto de la Reina Victoria de Inglaterra y hermano mayor de la zarina Alejandra de Rusia, era un apasionado de las artes. Él mismo escribía poemas, ensayos y tenía cierta destreza y gusto a la hora de componer obras para piano. Le gustaba rodearse de belleza y apreciar los detalles sutiles que convertían a un objeto común en algo extraordinario. Quizá fue por eso que en 1899 decidió fundar a las afueras de la ciudad alemana de Darmstadt, en Mathildenhöhe, una colonia de artistas que fuera el mejor ejemplo de que todo lo construido por el hombre debía ser bello. Invitó a ir a una serie de arquitectos y diseñadores como Ludwig Habich, Hans Christiansen, Josef Maria Olbrich… y a Peter Behrens, el hombre que sentó las bases de la arquitectura racionalista, fue el modelo a seguir para diseñadores industriales y que estableció el concepto moderno de diseño corporativo.

Behrens (1868-1940) había nacido en Hamburgo y cursado estudios en la Escuela de Arte de Karlsruhe. Su carrera estaba orientada hacia la pintura y las artes visuales y decidió complementar su formación en el taller del pintor impresionista alemán Ferdinand Brütt. Al mismo tiempo colaboraba con ilustraciones y diseños en las publicaciones alemanas (como Jugend, Pan, Der Bunte Vogel o Die Insel) que daban voz e imagen al nuevo estilo modernista: 

Peter Behrens: "El Beso" - Xilografía (1898) - La imagen muestra un cartel realizado con la técnica de la xilografía (grabado en madera): en el centro aparecen dos rostros, uno masculino a la izquierda y otro femenino a la derecha que se encuantran en el momento de besarse en los labios. De sus cabezas salen mechones de cabellos largos que enmarcan toda la imagen y acaban por entrelazarse, formando un marco. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: «El Beso» – Xilografía (1898)

Behrens se convirtió en miembro del movimiento modernista bávaro Vereingte Werkstätten fur Kunst und Handwerk (inspirado en la Secession vienesa de Hoffman, Olbrich, Wagner o Gustav Klimt). El Modernismo, heredero directo del concepto de diseño inaugurado por William Morris, clamaba por la obra de arte total en forma de edificio y de todos aquellos elementos que pudiera contener. Y Behrens decidió que la arquitectura también debía ser parte de su formación.  Su estancia en Mathildenhöhe le sirvió para desarrollar todas las facetas vinculadas al diseño y las materializó en el proyecto, construcción y decoración de su propia vivienda en la colonia. La casa supuso su debut como arquitecto y diseñador:

Peter Behrens - Casa en la colonia de Mathildenhöhe (Darmstadt), 1903 - La imagen muestra una vista exterior de una vivienda aislada de forma cúbica coronada por un tejado piramidal cubierto de tejas rojas. Los muros de la casa son blancos con los perfiles de las esquinas negros. Tiene dos pisos y una buhardilla, de la que se ve una ventana en medio del tejado rojo. Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Casa en la colonia de Mathildenhöhe (Darmstadt), 1903

Peter Behrens - Sección norte sur de la casa de la colonia de Mathildenhöhe - la imagen muestra un dibujo arquitectónico de una sección de la vivienda en su eje norte-sur de modo que podemos ver su interior: el semisótano, los dos pisos y la buhardilla. Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Sección norte sur de la casa de la colonia de Mathildenhöhe

Peter Behrens - Interior de la casa en la colonis de Mathildenhöhe (Darmstadt), 1903- La imagen muestra una habitación que parece ser una sala de música, con un piano de cola corta en el medio y un atril de pie a su lado. El suelo y parte de las paredes están recubiertos de madera trabajada. Al fondo puede apreciarse un cuadro que representa a un hombre desnudo tumbado en el suelo y sobre él, como flotando, una mujer también desnuda (quizá una versión de la creación de Eva). El cuadro está rodeado por molduras de mármol negro jaspeado con vetas claras. A la izquierda de la imagen se puede ver parte de un sofá de respaldo alto y recto que parece estar situado bajo una ventana (no se vé la ventana, pero sí la luz que procede de ese lado). Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Interior de la casa en la colonis de Mathildenhöhe (Darmstadt), 1903

Pronto Behrens fue reclamado por los ámbitos académicos: en 1903 abandonó la colonia del duque de Hesse para dirigir la Escuela de Artes y Oficios de Düsseldorf. Este nuevo puesto le dió una nueva oportunidad de profundizar en las diferentes facetas del diseño. De hecho, no dudó en hacer un curso de tipografía con Anna Simons, discípula de Edward Jonhston, el tipógrafo más importante de la época y a quien Behrens había intentado, infructuosamente, contratar como profesor. Pero también fue ampliando sus conocimientos de arquitectura, ganándose poco a poco el respeto del mundo del arte alemán.

El año 1907  fue, verdaderamente, un hito en la vida de Behrens. Abrió su propio estudio de arquitectura, en el que pronto comenzó a admitir estudiantes. Además, se convirtió en uno de los miembros fundadores (junto con Hermann Muthesius, Bruno Paul, Josef Hoffmann y Henry van de Velde) de la Deutscher Werkbund, una asociación alemana de artistas, diseñadores, arquitectos y (lo que era realmente novedoso) de empresarios orientados a crear un nuevo concepto de arte. Partiendo de la idea inaugurada por Arts & Crafts de que el diseñador y el artesano debían ser la misma persona, la Deutsche Werkbund añadía la orientación de los productos hacia el mercado y la industria. Su lema era «desde los cojines del sofá hasta la construcción de ciudades», dejando claro que todo debía tener una interconexión que proporcionara equilibrio y belleza.

Peter Behrens - Fuente de porcelana (Deutscher Werkbund) - La imagen muestra una fuente de porcelana blanca de forma hexagonal que está decorada en tonos rojizos con un motivo vegetal muy estilizado y casi irreconocible que se reparte de modo simétrico por cada uno de los seis lados. Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Fuente de porcelana (Deutscher Werkbund)

Pero 1907 fue también el año en que Behrens recibió la invitación de Emil Rathenau para ser asesor artístico primero y encargado de todo el diseño visual después de su empresa. Rathenau había fundado una de las principales empresas alemanas, la Allgemeine Elektrizitäts Gesellschaft (Compañía General Eléctrica) para comercializar en su país las patentes americanas de Thomas Alva Edison. Behrens entró en la AEG (que era como se conocía a la empresa de Rathenau) y comenzó a elaborar un programa de rediseño de todas las áreas (producto, publicidad, identidad) que se considera el primer diseño corporativo integral de la historia.

Comenzó por reelaborar el logotipo de la empresa. Para ello, diseñó un tipografía (la Behrens antiqua) que bebía de los modelos renacentistas de las letras romanas de Nicolás Jenson o Aldo Manuzio, de quienes Behrens admiraba la claridad y la contundencia:

Peter Behrens - Tipografía "Behrens antiqua" (1907) - La imagen muestra un "specimen" o muestra de tipografía en la que aparecen varias palabras en alemán en mayúsculas y minúsculas, en negrita y en diferentes tamaños. La letra se parece a una letra romana convencional (es decir, rematada por serifes o elementos horizontales en los extremos de sus palos ). Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Tipografía «Behrens antiqua» (1907)

Utilizó su tipografía para rediseñar el logo de la empresa, que era excesivamente caligráfico. En un primer intento, utilizó letras minúsculas encerradas en un óvalo pero al final introdujo la Behrens antiqua, que funcionó tan bien en el resultado final que aún hoy en día sigue siendo la utilizada en la identidad de AEG:

Evolución de los logotipos de AEG. Los dos últimos son obra de Peter Behrens - La imagen muestra una sucesión de logotipos de la marca alemana, todos formados por las tres letras iniciales: el primero es muy enrevesado y lleno de ornamentación y apenas se distinguen las letras. El segundo es más claro, formado por letras mayúsculas pero curvilíneas y un tanto asimétricas, El tercero solapa las tres letras una sobre otro y aparece ciertamente confuso, El cuarto (obra de Behrens) presenta las letras en minúscula encerradas en un óvalo. Y el quinto y último (también de Behrens) es el definitivo y que aún se usa hoy en día: las tres letras mayúsculas.

Evolución de los logotipos de AEG. Los dos últimos son obra de Peter Behrens

Behrens no sólo se encargó de la imagen de la marca. Suyo es también todo el diseño de carteles publicitarios, estableciendo una serie de normas estrictas que hacen de su trabajo para la AEG el primer manual de identidad corporativa de la historia. En sus carteles, las líneas modernistas no tan lejanas de su trabajo en la colonia de Darmstadt ya son sustituidas por las formas geométricas y por la proporción basada en la sección áurea:

Peter Behrens - Cartel bombilla incandescente AEG (1910) - la imagen muestra un cartel de forma rectangular vertical. Tiene el fondo oscuro y sobre él destacan dos rectángulos horizontales de color amarillo brillante. Uno está en la parte superior y tiene el nombre de la empresa (Allgemeine Elektrizitäts Gesellschaft). En el de la parte inferior, una frase sobre la portencia de la bombilla (un vatio). El resto de la superficie del cartel está ocupada por una serie de figuras geométricas (círculos, rectángulos, triángulos) que se superponen en la parte central. Estan formados por líneas hechas con diminutos puntos amarillos, como si fueran luces producidas por pequeñas lámparas como las del anuncio. Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Cartel bombilla incandescente AEG (1910)

Junto con la publicidad, Behrens se encargó también del diseño de algunos de los productos de la AEG, convirtiéndose de ese modo en el primer diseñador industrial reconocido:

Peter Behrens - Lampara para AEG (c.1909) - la imagen muestra una lámpara para una sola bombilla realizada en metal negro con detalles en dorado. Tiene forma de alargada, como si fuera una flor tipo campanilla. En la parte inferior se aprecia la forma oval de una bombilla encasquetada en ella. Pulse para ampliar.

Peter Behrens – Lampara para AEG (c.1909)

La culminación del proyecto de renovación visual de la AEG llegó con el encargo de la nueva sede de la empresa en Berlín, la Fábrica de Turbinas,  en un claro homenaje de Behrens a sus admirados arquitectos del neoclasicismo prusiano (sobre todo a Karl Friedrich Schinkel). En el edificio se utilizaron los materiales modernos como el acero, el vidrio y el hormigón. La función del espacio era la principal preocupación y por ello el edificio se concibió como una gran nave fabril que, sin embargo, al exterior, reflejaba el recuerdo a la arquitectura clásica en forma de frontón poligonal y del tratamiento casi escultórico de los perfiles de hormigón:

Peter Behrens: Fabrica de Turbinas de AEG en Berlín (1908). Fotografía de 1927. la imagen muestra una vista general del exterior del un edifico de forma prismática rectangular formado por dos cuerpos paralelos. El situado más a la derecha está en el borde de una calle y presenta un frente estrecho, recubierto con una cristalera y  coronado por un fronton poligonal que aloja el logotipo de la empresa. A su lado, hacia la izquierda, está la otra parte del edificio, también prismática y rectangular y de menos altura, que remata en u n tejado plano. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Fabrica de Turbinas de AEG en Berlín (1908). Fotografía de 1927.

Peter Behrens: Sección de la Fábrica de Turbinas de AEG en Berlín (1908) - La imagen muestra un dibujo arquitectónico con la sección de la fábrica de turbinas donde se aprecia que el edificio más elevado (el coronado por el frontón poligonal) no tiene ningun tipo de compartimentación en su interior, siendo una nave totalmente diáfana. El otro edificio de menos altura, por el contrario, sí está articulado en dos plantas. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Sección de la Fábrica de Turbinas de AEG en Berlín (1908)

El trabajo para Rathenau significó la consolidación del estudio arquitectónico de Behrens. Como arquitecto era autodidacta pero su estilo, que conjugaba el academicismo con la estética industrial, inauguró la corriente racionalista. Behrens optaba por la simplificación, tanto en los diseños gráficos como en los arquitectónicos. «No tenemos otra opción que simplificar nuestras vidas, hacerlas más prácticas» escribió en 1922 en la revista Die Form. Una simplificación que caló hondo en los alumnos que pasaron por su estudio: en Walter Gropius, el futuro director de la Staatliches Bauhaus, que estuvo allí entre 1908 y 1910; en Ludwig Mies van der Rohe, creador de la consigna menos es más que parece sacada de las ideas de su maestro, con quien estudió entre 1908 y 1912; o en Charles-Edouard Jeanneret, arquitecto suizo más conocido por Le Corbusier, y que trabajó con Behrens entre 1910 y 1911. Todos ellos creadores del Movimiento Moderno en Arquitectura. Quizá no haga falta decir nada más acerca de la influencia de Peter Behrens en la arquitectura contemporánea.

La primera década del siglo XX supone la etapa más creativa y espectacular del trabajo de Behrens. Su trabajo con AEG se compaginaba con el diseño de tipografías como la Behrens-Schrift o la Behrens Kursiv, utilizadas junto con la Antiqua en el diseño editorial:

Peter Behrens: Tipografía Behrens Kursiv (1908) para la fundición Klingspor - La imagen muestra un "specimen" o muestra de la tipografía diseñada por Behrens con mayúsculas, minúsculas y cifras. Es cursiva, es decir: el eje de la letra no es perpendicular a la base sino que se inclina unos 30º hacia la derecha. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Tipografía Behrens Kursiv (1908) para la fundición Klingspor

Peter Behrens: Tipografía Behrens Schrift (1908) para la fundición Klingspor. Behrens basó este diseño en su propia caligrafía. La imagen muestra la palabra "Behrensschrift" escrita utilizando esta tipografía. Tiene trazos bastante verticales y el final de las letras tiene un pequeño adorno como si hubieran sido hechas con pluma. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Tipografía Behrens Schrift (1908) para la fundición Klingspor. Behrens basó este diseño en su propia caligrafía.

Poco a poco dejó los trabajos de diseño visual para centrarse más en la arquitectura. Entre 1911 y 1912 su estudio fue el encargado de la reconstrucción del edificio de la embajada de Alemania en San Petersburgo, obra profundamente admirada por Adolf Hitler, que no dudó en nombrarle director del departamento de arquitectura de la Academia Prusiana de Berlín en 1936, puesto que ocuparía hasta su muerte en 1940.

Peter Behrens: Edificio de la embajada de Alemania en San Petersburgo (fotografía de 1913) - La imagen muestra la fachada de un edificio de tres plantas, con una gran fachada cuya parte central se resalta a base de grandes columnas adosadas que abarcan toda la altura de la misma. Tuene una cubierta plana y en la parte superior aparece coronado por una escultura de una cuádriga. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Edificio de la embajada de Alemania en San Petersburgo (fotografía de 1913)

Aunque, a veces, Behrens se desviaba de sus referentes neoclásicos para realizar obras tan singulares como la sede central de los laboratorios HOECHST en Frankfurt. Un edificio que acabó siendo parte del logotipo de la empresa:

Peter Behrens: Sede central de los Laboratorios HOECHST en Frankfurt (1920-1925) - La imagen muestra un edificio de piedra rojiza, de aspecto como de fortaleza, coronado en el extremo más alejado por una torre en la que destaca un reloj de gran tamaño. Al lado de la torre parte un gran arco apuntado que parece conectar ese edificio con otro que no sale en el encuadre. Pulse para ampliar.

Peter Behrens: Sede central de los Laboratorios HOECHST en Frankfurt (1920-1925)

Logotipo de los Laboratorios HOECHST donde se aprecia el perfil de la torre del reloj y el arco de entrada del edificio de Behrens. - La imagen muestra el logo de la empresa que consiste en una silueta negra sobre fondo blanco de la torre y el arco del edificio diseñado por Behrens, todo ello encerrado en un círculo. Pulse para ampliar.

Logotipo de los Laboratorios HOECHST donde se aprecia el perfil de la torre del reloj y el arco de entrada del edificio de Behrens

Quizá sin proponérselo Behrens abrió el camino del diseño moderno a través de su trabajo, sin dogmatismos ni excesos teóricos. A pesar de ocupar diversos cargos académicos, sus mejores lecciones están en sus obras, no en sus clases. Realizó diseños depuradísmos en carteles, identidades, arquitectura, menaje o ilustración. Todos ellos al mismo nivel y con la convicción de que el aspecto, la presencia de aquello que se ofrece al público debía conjugar la belleza con el equilibrio y la sencillez de modo que pudiera percibirse a primera vista, sin necesidad de analizar exhaustivamente el objeto.

Probablemente esa consciencia de lo que era diseño fue lo que marcó la diferencia entre él y sus coetáneos. En una carta escrita a Emil Rathenau dijo: «No creo que ni siquiera un ingeniero, cuando compra un automóvil, se dedique a desmontarlo para escudriñarlo. Incluso él (…) lo compra por su aspecto externo. Hasta un automóvil tiene que parecer un regalo de cumpleaños»

Peter Behrens - la imagen es una fotografía de un primer plano del arquitecto y diseñador. Aparece mirando hacia la derecha. Lleva el pelo entrecano peinado hacia atrás y lleva gafas de montura redonda. Se ve parte del traje oscuro que lleva, camisa blanca y corbata. Pulse para ampliar.

Peter Behrens

Más hermoso que la vida misma

Hay personas que modelan el futuro sin ser plenamente conscientes de ello, creyendo que aquello que hacen es simplemente reflejar el presente. Sólo con el paso del tiempo se puede apreciar la verdadera dimensión de su trabajo a través de la influencia que ha ejercido en generaciones sucesivas. Algo que, de algún modo, parece resarcir sus figuras de la indiferencia o el desprecio que sufrieron en su momento.

Una de esas personas fue uno de los once hijos de un policía de Glasgow a quien sus padres permitieron dedicarse a los estudios de arquitectura y de arte debido a su salud endeble. Un niño a quienes los médicos recomendaron paseos al aire libre y largas vacaciones para mitigar una cojera producida por el defecto en un tendón y cierta tendencia a enfriamientos graves, como el que le dejó como secuela una parálisis en los músculos del ojo derecho. Un niño que se llamaba Charles Rennie Mackintosh (1868-1928).

Al padre de Charles no le hacía gracia que su hijo se dedicara a las actividades artísticas. Pero acabó por aceptar la vocación del muchacho y lo matriculó en la Escuela de Arte de Glasgow  al tiempo que le permitió comenzar su formación con un conocido arquitecto de la ciudad. La vida de Charles cambió en esa escuela. No sólo porque aprendió las destrezas básicas que le permitirían trabajar en aquello que ansiaba sino porque allí conoció a Margaret Macdonald, una joven estudiante de pintura con la que compartió el resto de su vida. Mackintosh no fue un estudiante cualquiera: ganó numerosos premios, incluyendo una beca que le permitió viajar por Italia y ver in situ las más famosas obras de arte y de arquitectura. Una vez terminada su formación entró a trabajar en el estudio Honeyman & Keppie como delineante, aunque pronto ya comenzó a realizar sus propios proyectos. El primero de importancia fue el diseño del edificio para el Glasgow Herald en 1894, en donde se aprecia la solidez y la geometría de sus planteamientos arquitectónicos, producto de la admiración que sentía por las construcciones defensivas y las fortificaciones medievales que abundaban en tierras escocesas:

Charles Rennie Mackintosh - Fachada del edificio del Glasgow Herald (1894) - la imagen muestra la fachada de la sede del periodico Glasgow Herald, de unas seis plantas de altura y, más concretamente, uno de los extremos de esa fachada que aparece rematada en forma de torre poligonal en toda su longitud (lo que hace que al edificio se le conozca como "El faro"). Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Fachada del edificio del Glasgow Herald (1894)

A este proyecto siguió la que, quizá, se considera su obra más importante: la nueva sede de la Escuela de Artes y Oficios de Glasgow, donde Mackintosh llevó a la práctica su idea de que el edificio era, en realidad, una obra de arte total cuyo diseño debía contemplar no sólo la planificación y distribución de los espacios sino también el amueblamiento y la decoración del mismo:

Charles Rennie Mackintosh - Fachada de la Escuela de Artes y Oficios de Glasgow (1896) - La imagen muestra el exterior del edificio que se caracteriza por poseer grandes ventanales y por estar diseñado principalmente con líneas rectas, dándole un aspecto muy austero. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Fachada de la Escuela de Artes y Oficios de Glasgow (1896)

El edificio de la Escuela de Arte de Glasgow  sigue considerándose hoy en día como uno de los más claros precedentes del racionalismo arquitectónico: sus volúmenes netos y geométricos, la adecuación de la forma a la función (con esos grandes ventanales que iluminaban las aulas) y la sobriedad decorativa le sitúan no en la época del Modernismo ornamental de finales del siglo XIX sino en el austero racionalismo del periodo de entreguerras treinta años posterior:

Charles Rennie Mackintosh - Interior de la Escuela de Artes y Oficios de Glasgow: Biblioteca (1896) - La imagen muestra parte de las estancias de la biblioteca de la Escuela de Arte de Glasgow. En primer término aparece una mesa de lectura realizada en madera con paneles de separación entre los puestos cuyo diseño es también de Mackintosh. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Interior de la Escuela de Artes y Oficios de Glasgow: Biblioteca (1896)

Mackintosh diseñó el mobiliario de las aulas y de la biblioteca, utilizando líneas muy puras y geométricas, inspirándose en las formas rotundas de los castillos escoceses pero también en la sencillez del mobiliario japonés. Como arquitecto, admiraba profundamente el concepto que tenían en esa cultura de lo que debía ser un mueble: si en occidente ese elemento había sido símbolo de ostentación y su función era principalmente la ornamental, en Japón el mobiliario se entendía como elemento que daba valor al espacio en el que se encontraba, dividiéndolo, haciéndolo acogedor o dibujando sus contornos, no simplemente ocupando un lugar. Con este concepto en mente, Mackintosh realizó no sólo los proyectos de interiorismo para la mencionada Escuela de Arte, sino también para el resto de sus trabajos.

Estos fueron los años dorados de Charles Rennie Mackintosh: era un arquitecto respetado y formaba parte de un grupo de artistas llamado «Los Cuatro» (The Four) formado por él y su mujer Margaret, por la hermana de ésta, Frances, y por su marido, Herbert MacNair. Todos ellos antiguos estudiantes de arte de la Escuela de Glasgow, donde se habían conocido. Las obras de «Los Cuatro» estaban basadas fundamentalmente en la naturaleza: elementos vegetales y florales, de diseño delicado, paisajes y acuarelas que mantenían un difícil equilibrio entre el naturalismo y la geometría.  Una estética nueva, que partía de las mismas bases que la ornamentación del Art Nouveau francés y belga pero de la que se diferenciaba por su contundencia, su simetría y la tendencia a la rectilinealidad, frente al predominio de la curva propio del arte continental:

Charles Rennie Mackintosh - Diseño de vidriera - la imagen muestra una vidriera de forma circular dividida por una serie de lineas curvas. en la parte superior aparece el capullo de una rosa y, salpicados a los largo de una de las líneas, aparecen una serie de círculos de menos tamaño que asemejan gotas de rocío. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Diseño de vidriera

El estilo de Mackintosh no era especialmente apreciado en Escocia o en Inglaterra. Se alejaba en exceso de la estética victoriana y era demasiado sobrio y rectilíneo si se le comparaba con la estética Art Nouveau. Sólo hubo un lugar en el que el trabajo de Mackintosh y «Los Cuatro» fue realmente apreciado: en Austria, donde los jóvenes arquitectos y diseñadores que estaban impulsando el Modernismo centroeuropeo (como Joseph Hoffmann y Koloman Moser, con quienes entabló una estrecha amistad) cayeron rendidos ante la sobriedad y la expresividad de unos diseños que se ajustaban más a la idiosincrasia germana que aquellos que procedían de Francia. Su éxito centroeuropeo le llevó a exponer sus trabajos en diferentes exposiciones en Viena, Turín y Moscú.

Charles Rennie Mackintosh - Silla diseñada para Hill House en Helensburg (1903) - La imagen muestra una silla en madera negra de respaldo muy alto y estrecho (que llegaría hasta la cabeza de una persona sentada en ella) formada por travesaños horizontales bastante juntos y rematada en la parte superior por una especia de celosía formada por pequeños cuadrados. Pulse para ampliar

Charles Rennie Mackintosh – Silla diseñada para Hill House en Helensburg (1903)

En 1913 Honeyman & Keppie se disolvió como estudio debido a la crisis económica. Mackintosh se instaló por su cuenta, pero esa misma crisis hizo que los encargos fueran cada vez más escasos y que la clientela se redujera. El matrimonio Mackintosh subsistía de la venta de sus obras, acuarelas, sobre todo:

Charles Rennie Mackintosh - Willow Herb (1919) - la imagen muestra una acuarela en la que aparecen dos flores silvestres en tonos rosados con su tallo sobre fondo color crema. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Willow Herb (1919)

Las dificultades económicas hicieron mella en el carácter ya de por sí temperamental de Mackintosh que se agravó con un consumo excesivo de alcohol. Por si eso fuera poco, la correspondencia que recibía de sus admiradores y colegas centroeuropeos provocó que fuera acusado de ser un espía alemán tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. Todo ello le hizo abandonar la arquitectura, desilusionado con su trabajo y con la reacción que la gente tenía ante él, y dedicarse exclusivamente a las acuarelas. Pero eso no era suficiente para que los Mackintosh vivieran con dignidad, así que tomaron la decisión de trasladarse, en 1923, al sur de Francia, donde podían subsistir con menos dinero. Allí Mackintosh perfeccionó su técnica con el lápiz y la acuarela, creando obras realmente notables:

Charles Rennie Mackintosh - El Fuerte (1926) - La imagen muestra un paisaje. en primer término un camino que se dirige de derecha a izquierda. al otro lado de ese camino se aprecian una serie de formaciones rocosas bastante abruptas y geométricas. Más allá, la línea de la costa y lo que parece ser un faro o una torre en último plano. Todo ello realizado en colores grisáceos y verdosos, con la única nota de contraste de un tejado anaranjado que se ve en la lejanía. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – El Fuerte (1926)

La estancia en el sur de Francia pareció renovar las energías de Mackintosh, pero sólo fue un espejismo. En 1927 el matrimonio se vio obligado a volver a Londres para que Charles fuera tratado de un cáncer de garganta del que ya no se recuperaría. Cuando en el hospital le dieron el alta sólo la buena amistad de Desmond Chapman-Huston les permitió vivir con cierta dignidad: les cedió su casa en Londres mientras él estaba de viaje. Pero una recaída obligó a que Mackintosh ingresara de nuevo. La última vez que Charles Rennie Mackintosh cogió un lápiz fue para firmar las dos acuarelas que Chapman-Huston, para ayudar a su amigo,  había comprado a su regreso a Inglaterra:

Charles Rennie Mackintosh - La pequeña bahía (Port Vendres) (1927) - La imagen muestra una acuarela con un paisaje de una bahía que se extiende a la derecha formada por un muelle y una serie de pequeñas casas de color blanco. A la izquierda, se aprecia parte del mar. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – La pequeña bahía (Port Vendres) (1927). Una de las dos acuarelas compradas por D. Chapman-Huston.

No fue hasta casi 100 años después de comenzar su carrera que los diseños de Mackintosh fueron de nuevo apreciados por la gran mayoría del público. De repente apareció ante los ojos de la sociedad de finales del siglo XX como un pionero del diseño limpio y cuidado, con una estética que no desentonaría entre los trabajos contemporáneos. Y fue entonces cuando su nombre ocupó el lugar que le correspondía por derecho propio en los libros de diseño y de arte. Un gran arquitecto que tuvo que subsistir pintando flores y paisajes. El hombre que dijo que el arte era como una flor: algo más precioso, más perdurable y más hermoso que la vida misma.

Charles Rennie Mackintosh - Retrato (c. 1893) - la imagen muestra un plano medio de un hombre joven, que mira de frente al espectador, moreno y con bigote. Vestido con una chaqueta de color claro, camisa blanca y corbata de lazo de gran tamaño. Pulse para ampliar.

Charles Rennie Mackintosh – Retrato (c. 1893)