El Ojo En El Cielo

Blog de arte. Reflexiones sobre arte, diseño y comunicación.PREMIO SETDART AL MEJOR BLOG DE ARTE 2019

Mes: diciembre, 2012

Un buen año

Gracias a las personas que han visitado este blog durante 2012. Un blog pensado para ser un apoyo a mis clases y donde los alumnos pudiesen profundizar sobre alguno de los temas tratados en el aula.

Más de 4.000 visitas son motivo de satisfacción y de agradecimiento. Como dice un amigo mio: «It takes two for a tango». Todas estas reflexiones no tendrían sentido sin quienes se detienen a leerlas. Gracias por hacerlo. El 2012 ha sido un buen año para El Ojo en El Cielo y desde aquí envío mi deseo de que 2013 sea mejor para todos nosotros. Despidamos el año con la belleza que se merece: remolcado hasta su última morada con la mirada de J. W. M. Turner:

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Gracias a todos.

No sé pintar… pero te amo

Lo pequeño es hermoso.

Imaginen que la gente viviera en pequeñas comunidades, rodeadas de jardines y prados, de modo que se pudiera llegar al campo en menos de cinco minutos, y que apenas tuviera necesidades; con poco mobiliario, por ejemplo, y sin servidumbre, y de ese modo pudiera estudiar el dificil arte de disfrutar de la vida y descubriera qué es aquello que realmente desea: entonces sería cuando uno podría creer que la civilización habría comenzado.

Estas palabras fueron escritas por un hombre que descubrió que lo ostentoso no daba la felicidad y lo expresó en una frase: Small is beautiful; que trabajó incansablemente durante toda su vida para crear objetos cuya belleza no estorbara su utilidad y que, de ese modo, ayudaran a mejorar la vida de las personas; que comenzó a trabajar como arquitecto pero que decidió convertirse en poeta, pintor, ebanista, tejedor, tipógrafo, impresor, editor… Que consiguió ser casi todo eso pero que, sobre todo, definió por primera vez qué era y para qué servía el diseño.

William Morris (1834-1896) nació en Whaltamstow (en la actualidad uno de los distritos del Gran Londres) en una familia acomodada donde su padre era un hombre de negocios que, a pesar de morir cuando William era muy joven, dejó a la familia en una buena situación económica. Suficiente para que su hijo estudiara en el Exeter College de Oxford. Allí, en 1853, Morris conoció al que sería uno de sus mejores amigos el resto de su vida: el pintor Edward Burne-Jones. Burne-Jones introdujo a Morris en el ambiente artístico y bohemio de Londres y le presentó a Dante Gabriel Rossetti, poeta y pintor que había sido uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelita, movimiento artístico que buscaba la autenticidad en la pintura y se inspiraba en el arte del primer Renacimiento italiano. Rossetti fue, a su vez, el encargado de presentarle a Jane Burden, una joven modelo de apenas 18 años con una belleza ausente y apabullante de la que se enamoró perdidamente y con la que se casaría poco tiempo después.

Morris se contagió del espíritu artístico de sus compañeros y decidió dejar su trabajo como arquitecto para dedicarse a la poesía (publicó su primer libro de poemas en 1857) y al diseño de objetos que reflejaran la autenticidad de sus materiales y, al mismo tiempo, fueran útiles.

Para ello fundó una empresa (The Firm) que reunió a una serie de artistas y diseñadores comprometidos con esa idea de eliminar la ostentación, de retornar a valores estéticos medievales y de participar conscientemente en el proceso de creación de los objetos. Es lo que, en Historia del Diseño, se conoce como el movimiento Arts & Crafts (Artes y Oficios). Su ideario se basaba en diseñar objetos cotidianos en los que los materiales, las técnicas y el acabado final recogieran el trabajo artesanal que se estaba perdiendo progresivamente con la industrialización.

William Morris y Philip Webb - Aparador (The Firm)

The Firm estaba compuesta por el propio William Morris, Dante Gabriel Rossetti, Edward Burne-Jones, Philip Webb, P.P. Marshall y C. J. Faulkner y realizó encargos de interiorismo desde 1861 hasta 1875, fecha en que se disolvió como sociedad pero siguió funcionando bajo la única dirección de Morris y con la denominación Morris & Co. Los trabajos de The Firm incluían decoración mural, relieves aplicados a la decoración arquitectónica, vidrieras, trabajo en metal (incluida orfebrería) y mobiliario en general:

William Morris - Papel pintado para pared (The Firm)

La empresa tuvo numerosos encargos, como la decoración de la cubierta de la capilla del Jesus College en Cambridge:

William Morris - Cubierta de la capilla del Jesus CollegeCambridge1867 (The Firm)

O la decoración de varias estancias del palacio de Saint James:

William Morris - Comedor verde - Palacio de Saint James (Londres) 1866 (The Firm)

Muchos de los diseños de William Morris y de su empresa se encuentran ahora en el Museo Victoria y Alberto de Londres.

Morris estaba convencido de que rodearse de pocos objetos, pero que éstos fueran hermosos y de diseño cuidado, mejoraba la vida de las personas y la hacía más amable y feliz. El diseño, en realidad, se trata de eso: de hacer más útiles, accesibles, agradables y estéticos aquellos elementos que nos rodean, ya sean éstos una silla, un vestido, una lámpara, un libro o un cartel. Y a William Morris le debemos, pues, el concepto moderno de diseño y la premisa de que el diseñador debe conocer también las técnicas con las que se van a realizar los objetos por él creados. Cuando, a principios del siglo XX, se establecieron las primeras escuelas de diseño en Europa (como la Bauhaus), lo primero que hicieron en la ordenación académica de los estudios fue poner en práctica el concepto de Morris.

Fascinado por los poemas épicos islandeses (llamados «sagas»), Morris incluso viajó a Islandia, adonde fue en dos ocasiones. Sus paisajes y los protagonistas de los poemas le inspiraron numerosas composiciones e incluso diseños para su empresa y para la editorial que fundó en 1891 y que llamó Kelmscott Press, donde editaría sus propias obras, las de Rossetti, las de teóricos y críticos de arte como John Ruskin (principal defensor de la Hermandad Prerrafaelita) y recuperaría clásicos medievales como «Los Cuentos de Canterbury» de Geoffrey Chaucer, «Las Historias de Troya» de Raoul Lafevre o sus queridas sagas islandesas, como la de Völsunga. Los diseños de William Morris para la Kelmscott Press figuran por derecho propio entre los más destacados de la historia de la tipografía y del libro por varias razones: el cuidado en la elección del papel, el diseño de sus letras (como la tipografía Golden, la Troy o la Chaucer),

William Morris - Tipografía Golden (1890)

las delicadas ilustraciones en forma de xilografías hechas por Edward Burne-Jones,

William Morris - The Canterbury Tales by Geoffrey Chaucer - Ilustraciones (xilografías) de Edward Burne-Jones

las decoraciones de orlas e iniciales, la elección de la alineación a la izquierda del texto en lugar de la justificación de ambos márgenes, la utilización de la maquetación de los manuscritos medievales (es decir: margen interior más estrecho, superior, un poco más ancho, exterior mayor e inferior de mayor anchura que todos) y, sobre todo, el concepto de unidad del diseño del libro basado en la página contra página. Todo ello se reflejó en obras absolutamente delicadas, a pesar de su carga visual, e inauguró una nueva era en el diseño editorial.

Morris fue el autentico impulsor del diseño contemporáneo, a pesar de su inspiración medievalista, aunque su trabajo no fue recuperado ni reconocido hasta bien entrado el siglo XX. A su muerte los obituarios ingleses se refirieron a él como «poeta» y poco más. Quizá quien más justicia le hizo fue un diario islandés, que publicó la siguiente nota:

William Morris, uno de los más famosos poetas de Inglaterra, falleció el dia 3 del este mes. Viajó por toda Islandia, amó todo lo islandés y se inspiró en varias de nuestras sagas, tales como Laxdaëla o Völsunga, para sus poemas. Fue un gran amante de la libertad, socialista entregado y un hombre extraordinario.

Y, en verdad, fue un hombre con una inmensa capacidad de trabajo, que deseaba lo mejor para sus congéneres y que se empeñó en ofrecérselo a través de hermosas creaciones, que amaba la belleza de la naturaleza, pero sobre todo la de su querida Janey. Sólo se conserva una pintura al óleo de William Morris: en ella, su mujer aparece caracterizada como Isolda, rodeada de objetos que bien pudieran ilustrar su trabajo como diseñador.

William Morris - La Bella Isolda (1858) - Tate Britain

En el reverso del cuadro, William escribió una frase que define tanto su afán de representar la belleza como lo que sentía por su esposa:

No sé pintar… pero te amo.

William Morris - Fotografía de Frederick Hollyer (1887)

La Estrella del Norte

Érase una vez un comerciante francés que residía en la ciudad de Kharkhov (Ucrania) con su familia a finales del siglo XIX. Érase que en esa familia nació Adolphe Jean-Marie Mouron en 1901. Y érase que Adolphe se convirtió en uno de los diseñadores gráficos más importantes de la Historia gracias a su talento y a la I Guerra Mundial.

Adolphe siempre mostró inclinación por el arte, además de presentar un carácter extremadamente sensible y tendente a la melancolía. Cuando estalló la I Guerra Mundial, la familia decidió regresar a Francia y allí Adolphe comenzó a estudiar en la Academia de Bellas Artes. Tuvo la suerte de disfrutar del París donde se fraguaban las vanguardias artísticas más revolucionarias y de conocer de primera mano el cubismo de Picasso y Braque o el surrealismo de Max Ernst y Salvador Dalí, dos de los movimientos artísticos que más le influirían como pintor y diseñador. En esa época el cartel se estaba convirtiendo en el medio publicitario visual por excelencia ya que su presencia en las calles hacía que su mensaje llegara a todo el mundo. Y el cartel fue la introducción de Adolphe en el mundo del diseño: en 1923 realizó su primer trabajo de este tipo para una tienda de muebles en donde ya utilizó el poderoso lenguaje visual, muy influido por las vanguardias, que le caracterizaría posteriormente:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel Au Boucheron (1923)

A partir de este momento y con sólo 22 años, Adolphe entra de lleno en el mundo del diseño. Fundó su propio estudio de diseño (Alliance Graphique) cuya sede estaba en el distrito artístico de París, en el barrio de Montparnasse, y comenzó a firmar sus obras con el pseudónimo que le hizo famoso: Cassandre.

El lenguaje gráfico utilizado por Cassandre está directamente vinculado al arte contemporáneo: sus ilustraciones se caracterizan por los puntos de vista bajos que presentan las figuras en contrapicados que las hacen parecer gigantescas y poderosas, en cobinación con la geometrización y simplificación de las formas que provoca una lectura inmediata del mensaje:

Adplphe Jean-Marie Mouron - Cartel para el periodico L´Intransigeant (1924)

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel Bicicletas Brilliant  (1923)

Entre 1924 y el comienzo de la II Guerra Mundial, Cassandre se convirtió en el referente del cartel de vanguardia europeo. Son famosos por su impacto visual, aún hoy en día, sus carteles para la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, como el de Nord Express o el de La Estrella del Norte:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel para el Nord Express (1930)

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel L`Etoile du Nord (1927)

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel vagón restaurante (1932)

Pero también son impresionantes, por su dominio de la composición, por el cuidado en las tipografías y por el soberbio uso de la forma, sus carteles para las compañías de trasatlánticos:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Cartel L´Atlantique (1931)

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" -Cartel Normandie (1935)

Uno de los elementos que caracteriza los carteles de Cassandre es el extremo cuidado que pone en las tipografías. El cartel como elemento comunicativo suele incluir imagen y texto (aunque pueden existir sólo carteles tipográficos y otros con sólo imagen) y es importante que exista un claro equilibrio entre ambos. Cassandre cuidaba la tipografía en extremo, de modo que sus imágenes contundentes no se vieran afectadas por el texto, pero consiguiendo que el texto no quedara minimizado por el impacto visual. Solía utilizar tipografías de palo seco (lo que le relacionaba directamente con el diseño de vanguardia de principios de siglo) que transmitieran el mensaje a través de la simplicidad. De hecho, también realizó espléndidas tipografías, como la Bifur (1929), paradigma del estilo art decò:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Tipografía Bifur (1929)

O la Peignot (1937), utilizada hasta la saciedad en la segunda mitad del siglo XX:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Tipografía Peignot (1937)

Como puede apreciarse en los siguientes ejemplos:

Camiseta oficial Real Madrid C.F. Temporada 2005-2006

Logotipo Caixa Galicia (1978-2010)

La carrera de Cassandre llegó a su cumbre en los años 30. En 1936 el MoMA de Nueva York le dedicó una exposición que le abrió las puertas del mercado norteamericano. Comenzó a diseñar portadas para la revista Harper´s Bazaar, en donde se ve claramente la influencia del surrealismo:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Portada para HArper´s Bazaar (1937)

Lo que la guerra le había dado a Adolphe, la guerra se lo quitó a Cassandre. Si su carrera como artista había comenzado con el traslado a París de la familia Mouron tras el estallido de la I Guerra Mundial, el comienzo de la nueva contienda en 1939 supuso un cambio definitivo en su carrera. Se alistó en el ejército francés hasta la rendición y después abandonó la realización de carteles y se dedicó al diseño de decorados y vestuario teatrales. Se centró en la pintura y en las escenografías, aunque siguió realizando algunos trabajos memorables como el diseño en 1963 del logotipo, aún vigente, para la casa Yves Saint Laurent:

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Logotipo para Yves Saint Laurent (1963)

Cassandre se suicidó un 17 de junio de 1968. En uno de los cajones de su escritorio encontraron una carta de un cliente alemán en la que rechazaba uno de sus diseños por «heterodoxo». Los últimos años de su vida, lejos ya del esplendor de su época dorada, habían transcurrido en la más profunda amargura. Quizá el rechazo de aquel cliente supuso el empujón definitivo hacia el abismo. Del mismo modo que la adivina troyana de quien tomó su pseudónimo estuvo condenada a que nunca creyeran sus vaticinios, aquel que había iluminado el diseño gráfico con su luz y lo había acercado al arte contemporáneo ya no encontraba cabida en un mundo que no entendía su obra.

Aunque quien haya visto su Estrella del Norte no pueda olvidar jamás el brillo de lo perfecto.

Adolphe Jean-Marie Mouron "Cassandre" - Retrato en su estudio