El Ojo En El Cielo

Blog de arte. Reflexiones sobre arte, diseño y comunicación.PREMIO SETDART AL MEJOR BLOG DE ARTE 2019

Etiqueta: William Blake

Ver El Mundo en un grano de arena

«To see a world in a grain of sand,

And a heaven in a wild flower,

Hold infinity in the palm of your hand,

And eternity in an hour»

William Blake – Auguries of Innocence (1803)

Una portada es, como su propio nombre indica, la entrada a algo que no se ve. Ese algo puede ser un libro, un periódico, música, un catálogo, un atlas o una revista y la puerta que nos permite entrar en su interior puede ser hermética y misteriosa, sugerente, colorista y descriptiva, literal o jeroglífica. Sea como fuere, la portada debe invitarnos a franquearla sin demora para devorar los tesoros que podamos hallar en su interior.

Como diseño es, en sí, un desafío que crece cuanta mayor es su periodicidad, porque crear mensajes iconográficos que mantengan la fuerza comunicativa con relativa frecuencia no es una tarea fácil. Y, sin embargo, a veces se pueden encontrar tesoros como las portadas de La Luna de Metrópoli, suplemento del diario El Mundo, donde el equipo dirigido por Rodrigo Sánchez realiza una nueva demostración de fuerza cada semana:

Portada del suplemento Metropoli (Diario El Mundo) Julio de 1998 - Portada de la guía de ocio de Madrid "Metrópoli" cuyo tema es el estreno de la película "Armageddon". En la parte superior está la cabecera con el nombre de la publicación en mayúsculas. El resto de la portada es exclusivamente tipográfica en la que se reproduce un  fragmento de un texto apocalíptico con la particularidad de que aparece desenfocado salvo por la palabra "armageddon" en su centro. Pulse para ampliar.

Portada del suplemento Metropoli (Diario El Mundo) Julio de 1998

La Luna de Metrópoli nació en 2004 tras la fusión de dos de los suplementos que ofrecía el diario El Mundo: La Luna del Siglo XXI (dedicado a la vanguardia, la música y el cine) y Metrópoli (la guía de ocio de Madrid) que se venían publicando desde 1990. En el año 1996 Rodrigo Sánchez, periodista y diseñador, se hizo cargo de la dirección artística del diseño y desde entonces sus trabajos se han convertido en objeto de coleccionismo devoto.

«Las demás revistas llevan los temas a la portada, nosotros llevamos la portada al tema, nos convertimos en el tema. Para mí todo es portada, desde el primer píxel de la esquina superior izquierda hasta el último píxel de la esquina inferior derecha». Esto lo decía Rodrigo Sánchez en julio de 2011 en una entrevista a El Cultural con motivo de la exposición de una selección de portadas de Metrópoli y es, probablemente, la mejor definición de su propio trabajo y la mejor explicación de su éxito. El lenguaje gráfico utilizado en Metrópoli es un compendio de todas las posibilidades que ofrece el diseño para comunicar una idea: si en una portada se utiliza el collage, a la semana siguiente la protagonista es la tipografía, o la ilustración, o la caligrafía. Todo ello al servicio de la expresión de una idea que se presenta ante nuestros ojos con claridad pero cuya lectura es más profunda de lo que parece, llena de referencias visuales, literarias y artísticas que resulta en una especie de gymkana intelectual en la que la mayor satisfacción es para quien adivina con una sonrisa el acertijo de imágenes.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Enero de 1997 - La portada imita la apariencia de una cajetilla de tabaco (en este caso de la Marca Marlboro, utilizando los colores de la marca: rojo y blanco con tipografía en negro): donde se situaría la marca de tabaco aparece el nombre de la revista y en la parte inferior el título de la película "El Amor Perjudica Seriamente la Salud" a imitación de las advertencias de las autoridades sanitarias presentes en las cajetillas de tabaco. Pulse para ampliar.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Enero de 1997

Uno de los aspectos más atractivos de los diseños de Rodrigo Sánchez son las continuas alusiones a la historia del arte y del diseño. Así, no es difícil encontrarse referencias al Renacimiento via Leonardo da Vinci; al constructivismo a través de Alexander Rodchenko o Jan Tschichold; al surrealismo inspirándose en el humor de Joan Brossa y sus poemas-objeto:

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Mayo de 2006 - La portada está dedicada a la película "El Código Da Vinci". En la parte superior se ve la cabecera con el nombre de la publicación y el resto de la portada es un texto manuscrito. Tanto la cabecera como el texto están escritos al revés como para ser leídos sólo si se vieran reflejados en un espejo (tal y como hacía Leonardo Da Vinci con sus escritos). Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Mayo de 2006

A veces incluso se combinan sin rubor dos referencias artísticas alejadas entre sí pero que maridan perfectamente, como en esta portada dedicada a los restaurantes de diferentes museos, en la que el icónico retrato de Marilyn Monroe serigrafiado por Andy Warhol se construye a base de elementos culinarios como si fuera una de las composiciones renacentistas de Giuseppe Arcimboldo:

Portada de La Luna de Metrópoli (dIario El Mundo) Marzo de 2007 - La portada muestra en la parte superior la cabecera con el nombre de la publicación, debajo la frase "Comer con mucho arte" y ocupando casi toda la superficie una ilustración del rostro de Marilyn Monroe tal y como la serigrafió Andy Warhol en los años 60, con los ojos entrecerrados y la boca un poco abierta. La particularidad de la ilustración es que la figura está realizada no con trazos lineales sino por yuxtaposición de elementos como verduras, mariscos, frutas, etc. que vistos en conjunto reproducen la imagen de la actriz. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (dIario El Mundo) Marzo de 2007

O como en esta portada dedicada al estreno de la película Casanova, donde la técnica del fotomontaje, aportación de la vanguardia dadaísta, se funde en un caluroso abrazo con el subconsciente, tan querido por los surrealistas, y da como resultado una definición implacable del conquistador:

Portada de la Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2006 - La imagen muestra en la parte superior la cabecera con el nombre de la publicación y el resto está ocupado por una imagen que consiste en un plano detalle de la cadera y brazo derecho de la estatua de David (hecha por Miguel Ángel). En lugar de aparecer desnudo, tal y como está la estatua, sus genitales están cubiertos por una máscara veneciana, más concretamente una máscara de Capitán Sacaramouche (un personaje de la Commedia dell´arte), con el ceño marcado y una larga y puntiaguda nariz. Pulse para ampliar.

Portada de la Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2006

En los diseños de Metrópoli Rodrigo Sánchez no sólo echa mano de la historia del arte. Las citas a grandes hitos del diseño están también presentes: tipografías, diseños o carteles clásicos y no tan clásicos se reinterpretan en un claro homenaje. Es el caso de esta portada dedicada al Circo del Sol que se inspira en los carteles de feria decimonónicos en los que el elemento principal eran la utilización de tipografías gruesas:

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 1998 - Esta portada es exclusivamente tipográfica: en la parte superior aparece la cabecera con el nombre de la publicación y debajo una serie de líneas de texto, realizadas en tipografías de gran tamaño, anunciando el espectáculo de El Circo del Sol, a las que se añaden algunas viñetas tipográficas en forma de mano apuntando con el dedo índice, un saltimbanqui y una orla que enmarca el conjunto. El fondo del cartel es de color ocre, como si el papel hubiera amarilleado con el tiempo. Pulse para ampliar.

Portada de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 1998

O como en esta portada, más reciente, dedicada al estreno de la película biográfica sobre Hitchcock, en la que se reproduce a base exclusivamente de tipografía una de las escenas por las que es más recordado el director de cine pero que, además, desprende un claro aroma a la expresividad de los títulos de crédito de Saul Bass:

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2013 - La portada muestra sobre un fondo blanco una alcachofa de ducha que aparece en la parte superior izquierda hecha a base de elementos tipográficos donde las letras de "metrópoli" aparecen formando la parte inferior de esa alcachofa. A partir de ahí, surgen una serie de líneas de texto en diagonal explicando el tema principal de la publicación (el estreno de la película "Hitchcock"). La disposición de esas líneas de texto hace que se asocien con chorros de agua que surgen de la ducha, como en la escena de la película "Psicosis" de Alfred Hitchcock. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Febrero de 2013

El trabajo de Rodrigo Sánchez ha sido galardonado en varias ocasiones a nivel nacional e internacional. La última (hasta el momento) ha sido el reconocimiento de la SPD (Society of Publication Designers) para esta portada sobre la película Looper como una de las cinco mejores del año 2012 (junto con otra portada de la revista New York y tres de The New York Times Magazine):

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Octubre de 2012 - La imagen muestra una serie de cñirculos de papel superpuestos en tamaño decreciente como si fueran esferas de un reloj. En cada uno de ellos aparece en la parte izquierda la palabra "Metrópoli" en rojo y escrita al revés y en la parte derecha la misma palabra escrita en negro y en sentido correcto. El tema de la portada es la película "Looper" cuyo argumento trata de viajes hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Pulse para ampliar.

Portada de La Luna de Metrópoli (Diario El Mundo) Octubre de 2012

Cada una de las portadas de la Luna de Metrópoli es un desafío creativo y un juego visual inteligente que despiertan la admiración de quienes las ven. Son instantes exactos que definen universos amplios producto de la capacidad de mirar alrededor pero también de saber ver. Como dijo aquel poeta loco (o no) que fue William Blake, tenemos la capacidad de ver un mundo en un grano de arena y de sostener el infinito en la palma de la mano. Incluso si ese infinito abarca tan sólo la superficie de una portada de revista.

Carros de Fuego

«Bring me my Bow of burning gold;
Bring me my Arrows of desire:
Bring me my Spear: O clouds unfold!
Bring me my Chariot of fire!»

And did those feet in ancient time – (poema también conocido como Jerusalem)

William Blake (1757-1827)

El poeta, dibujante, grabador y pintor William Blake estaba loco de remate. Por lo menos, eso se cansaron de decir sus contemporáneos. Incluso en nuestros días, al contemplar su obra, la conclusión más inmediata que surge es esa. Si acaso, algunos comentarios más amables sostienen que era un visionario, un hombre adelantado a su época, un incomprendido… Bonitos eufemismos para expresar que, en realidad, a William Blake le faltaba un tornillo.

No es fácil tomarse en serio, desde una perspectiva racional, seria y pragmática, a un hombre que confesaba sin pudor que tenía visiones de carácter religioso desde niño; que los arcángeles le habían mostrado muchas veces el camino a seguir; y que charlaba tranquilamente con las almas de aquellos que habían dejado este mundo. Y, sin embargo, adentrarse en la poesia y en el arte de Blake supone asumir ese comportamiento irracional hasta el punto de verlo como lógico. Tal es la fuerza de las palabras, los colores y la pasión de su obra.

Fue testigo de las revoluciones americana y francesa y defensor a ultranza de las libertades democráticas y del nuevo camino que se abría ante la Humanidad con ellas. Sus ideas liberales con respecto a la sexualidad, considerando el matrimonio como una esclavitud y pidiendo que no se condenaran comportamientos mal vistos como el adulterio, la prostitución o la homosexualidad, o su defensa de los goces sensuales de la vida le convirtieron en precursor, de algún modo, del free love de principios del siglo XIX.

William Blake – Beatriz dirigiéndose a Dante desde el carro. Ilustración para la Divina Comedia (1827)

 

La obra de Blake, ya sea poética o artística, es absolutamente singular y no puede equipararse a la de sus coetáneos. Ni siquiera a la de ningún artista de hoy en día. Ferviente lector de la Biblia, fusionó su esencia con la de la mitología griega para crear su propia cosmogonía. Su poesía es visceral, apasionada, cruda, directa, sublime, terrible. Sus versos se sienten antes de comprenderse. Y esa misma emoción inmediata se transmite en sus pinturas y grabados. Fascinado por el color y por la línea, su arte se aleja tanto de los presupuestos neoclásicos como de los románticos. Sus figuras contundentes, de anatomías tensas y poderosas, dignas de Giotto o de Miguel Ángel, habitan cielos, infiernos y universos en expansión hacia los que nos arrastran de un modo hipnótico.

William Blake – El Anciano de los Días (1794)

William Blake – «Newton» (1795) 

 

La influencia de William Blake puede apreciarse en los lugares más inesperados. En la película Prometheus (2012) Ridley Scott echa mano de la estética del Romanticismo para sus escenas iniciales con claras referencias al pintor alemán Caspar David Friedrich y al propio Blake en la caracterización de algunos personajes:

 

Fotograma de la película «Prometheus» de Ridley Scott. La figura del alienígena reproduce visualmente la anatomía masculina típica de los dibujos y grabados de William Blake

 

Aunque quizá es su poesía la que ha dejado una huella más profunda. En 1808 se publicó un poema escrito por William Blake para su obra Milton a Poem. Cualquier británico que escuche su primer verso, ese que reza And did those feet in ancient times, se pondrá en pie y comenzará a cantar con fervor. Los versos de Blake se unieron a la música que compuso para ellos Sir Charles Hubert Parry en 1916 para formar Jerusalem, el himno oficioso de Inglaterra. El poema de un visionario resuena en competiciones deportivas, en congresos de partidos políticos, en ceremonias religiosas o en conmemoraciones patrióticas.

o inspira el título a películas, como Carros de Fuego, dirigida por Hugh Hudson en 1981. O incluso pone nombre al post de un blog de arte.

William Blake suele figurar como nota al margen en los libros de arte. Es dificil clasificarlo y, por lo tanto, es complicado adjudicarle su lugar en la ordenación racional de los estilos artísticos. Hasta de eso se escapa el genio de este artista, tan poco convencional que en el cementerio de Bunhill Fields, donde está enterrado, una lápida indica que «por aquí cerca yacen los restos del poeta-pintor William Blake», ya que el lugar exacto de su inhumación se perdió tras una reforma del lugar.

 

William Blake – Hécate (1795)

 

Podemos seguir pensando que William Blake fue un visionario extravagante que encontró un hueco en la Historia del Arte y en los museos por su singularidad. Pero cualquiera que haya visto al natural alguna de sus obras ha sentido la sensación sobrecogedora de que ante sí tenía algo más que un extraño dibujo colorista. Y quien haya leído sus versos estará de acuerdo en que sus pensamientos llenan la inmensidad.

Al fin y al cabo, cuando un movimiento sufragista de principios del siglo XX, un equipo de cricket o de rugby, los representantes de un partido político, los asistentes a un oficio religioso o la misma reina de Inglaterra cantan su poema con fervor, quizá deberíamos pensar que el poeta loco no lo estaba tanto.

Thomas Philips – Retrato de William Blake (1807)