Color y Comunicación (I)

por MaríaVázquez

El color puede constituir la base de un código de comunicación porque atribuimos significados a los diferentes colores y porque esos significados contribuyen a enriquecer el mensaje acompañando otros elementos del mismo. De hecho, es la base de determinados códigos de comunicación como los de señales marítimas, banderas, señales de circulación, identificación de mercancías peligrosas, catalogación de sustancias, etc.

También está presente, aunque de modo mucho más sutil, en el diseño de la presentación de determinados productos: el consumidor diferencia la cantidad de materia grasa de los productos lácteos según los colores que predominen en el envase (leche entera, semi o desnatada), las características de alimentos como las galletas (avena -con tonos amarillos y anaranjados-, integrales – colores tostados y marrones- o con chocolate -donde predomina el azul, por asociación con una marca determinada de gran éxito de ventas) o las propiedades desinfectantes de determinados productos de limpieza (a través de colores «frescos» como el verde, blanco o azul).

Si los colores pueden ser utilizados tan claramente para la comunicación, cualquier elemento (imagen, escultura, interior, arquitectura, producto, o incluso un candidato político) que incluya de forma deliberada un color determinado en su presentación al público puede añadir matices sutiles al mensaje original.

Los colores no tienen significado por sí mismos: en un primer momento se limitan a identificar a los objetos de la naturaleza que los contienen. Esto es lo que se denomina color primigenio, en el sentido de que es fruto de nuestra capacidad de apreciar los colores en la Naturaleza (mayor que la de un perro pero menor que la de una mosca, por ejemplo). Así pues, en el nivel más básico de apreciación de un color, éste se asociará al elemento natural: tierra, vegetación, sol, cielo, agua, noche, frutos, flores, animales, etc.

A medida que el ser humano se desarrolla culturalmente, los colores van adquiriendo significados simbólicos, que resultan de la asociación que el hombre hace entre el color y las cualidades o efectos del elemento natural con el que se identifican. Esto es lo que se denomina color cultural.

Por lo general, todos los colores presentan una ambivalencia en cuanto a su significado, pues presentan, por igual aspectos positivos y aspectos negativos:

Negro: noche, muerte, miedo, elegancia, sobriedad, poder

En estas tres imágenes podemos ver cómo el negro se asocia indistintamente a la muerte, a la elegancia y al terror:

Gris: niebla, frío, indefinición, uniformidad, discreción, eficiencia

Blanco: frío, soledad, asepsia, higiene, limpieza, pureza, inocencia

Azul: cielo, espacio, libertad, tristeza, nobleza

Verde: naturaleza, abundancia, juventud, fertilidad, inmadurez, envidia, veneno

En la película de Pier Paolo Passolini «Cosa sono le nuvole?», una peculiar versión del «Othello» de W. Shakespeare, Totò interpreta a Yago con el rostro pintado de verde, como muestra externa de su carácter:

Violeta: luto, contención, melancolía, dolor, dignidad, sabiduría

Rojo: sangre, muerte, fuego, guerra, pasión, amor, vida

En «El Expolio», El Greco incide sobre la Pasión y muerte de Jesucristo a través del tamaño de la figura, de su posición centrada y del color rojo como símbolo de la muerte, pero también de la vida:

Rosa: ingenuidad, dulzura, picardía, empalago

En «El recuerdo» de Honoré Fragonard, una joven talla en la corteza de un árbol las iniciales de su primer amor: un amor que ya ha dejado de ser puro e ingenuo (ya no es «blanco») y refleja su pasión emergente en la tela rosada del vestido.

Amarillo: sol, luz, alegría, vida, alerta (reflectancia), riqueza, poder, avaricia, gafe

Naranja: frutos, vitalidad, exuberancia, precaución, calor

Obviamente, todos estas interpretaciones dependen del entorno cultural en el que se realice la obra: el mismo color no tiene igual significado en todas las culturas, aunque con la globalización esta tendencia comienza a cambiar. Por ejemplo, la diferenciación del sexo de un bebé a través de los colores de sus ropas (azul o rosa) es propia de un lenguaje occidental y no tendría por qué ser bien comprendido en Oriente o en la cultura maorí. Del mismo modo, el verde es el color sagrado del Islam y en ese contexto tiene un matiz claramente religioso (que no se ha incluído en la enumeración de significados anterior).