Sacrificio

por MaríaVázquez

Cuando la señora Larsson escuchó de labios del maestro de su hijo las alabanzas que le dedicaba entusiasmado probablemente sintió una mezcla de orgullo y angustia. Orgullo, porque su Carl emergía como una flor hermosa de entre la basura física y moral que les rodeaba. Angustia, porque aquel buen hombre le estaba proponiendo que su hijo solicitara una plaza en la Principskolan, la escuela preparatoria para la Academia de Arte de Estocolmo. Carl podía acudir a la escuela para pobres gracias a la caridad, pero cualquier otra opción debía descartarse porque no podían permitírselo. Aunque quizá con un sacrificio, otro más, el chico tendría la oportunidad que se merecía.

Carl Larsson (1853-1919) había nacido en Gamla Stan, la ciudad vieja de Estocolmo, trece años antes de que su madre y su maestro hablaran sobre su futuro. El padre era un hombre violento y alcohólico y su madre era la que alimentaba a la familia con su escaso sueldo como lavandera. La existencia de Carl y de su hermano Johan consistía en sobrevivir al hambre y a los ataques de furia de su padre. Aunque compartiendo la habitación en la que vivían con otras dos familias más no resultaba fácil mantenerse a salvo de sus golpes.

La señora Larsson decidió hacer un esfuerzo más y enviar a Carl a la escuela preparatoria. Quizá albergaba la esperanza de que así su hijo se pareciera más a su abuelo materno (que había sido pintor) que a su esposo. Y Carl comenzó a estudiar en la Principskolan. No fueron años fáciles: por un lado estaban las penurias económicas y, por otro, el sentimiento de inferioridad que tenía con respecto a sus compañeros de estudios. Pero, poco a poco, fue haciéndose un nombre entre los profesores por ser uno de los mejores y más aplicados alumnos, ganando menciones y becas. Y aprendiendo. Siempre aprendiendo.

En cuanto terminó su formación en la Academia de Arte, Carl se dedicó a trabajar realizando ilustraciones para libros y revistas y caricaturas para diarios. Le hubiera gustado seguir estudiando pero necesitaba ganar dinero para vivir él y ayudar a su familia. Cuando logró tener la tranquilidad económica tenía 24 años. Y entonces sí pudo realizar su sueño: se trasladó a París en 1877 para intentar ser artista. No tuvo suerte. A pesar de sus esfuerzos, no pasaba de ser uno más entre tantos y tantos que buscaban su lugar en el mundo del arte.

Carl Larsson - "Estudio de paisaje en Barbizon" (1878) - La imagen muestra un paisaje oscuro, pintado en colores verdes y pardos. En primer plano hay varios matojos de plantas silvestres, en el medio de la composición, más alejados de la vista, los restos de una construcción en colores blancos sucios. al fondo se distingue el horizonte y un árbol. y sobre todo ellos, un cielo gris plomizo, cubierto de nubes. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Estudio de paisaje en Barbizon» (1878)

Larsson estaba a punto de tirar la toalla cuando decidió unirse a una colonia de artistas escandinavos que vivían en Grez-sur-Loing, en las afueras de París. Y esa fue una decisión que transformó su vida. No sólo porque cambió el óleo por la acuarela y aclaró notablemente su paleta de colores sino porque conoció a una joven pintora sueca, que había estudiado en la Academia de Estocolmo y en la de París, llamada Karin Bergöö.

Carl Larsson - "El estanque" (acuarela) - 1883 - La imagen muestra un paisaje en el que en un primer plano aparece el agua quieta de un estanque donde se refleja el puente que hay al fondo, el cielo (con tonos rojizos) y la orilla opuesta, con los árboles sin hojas. Al fondo se adivina a contraluz la silueta de un pueblo. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «El estanque» (acuarela) – 1883

Carl y Karin se casaron en 1883 y tuvieron ocho hijos (aunque uno de ellos murió a los pocos meses de nacer) que se convirtieron, junto con Karin, en los protagonistas de las obras de Larsson. La mayor de todos era Suzanne, nacida en 1884:

Carl Larsson - "Retrato de su hija Suzanne con 10 años" (1894). La imagen muestra a una niña vestida de negro, con gesto serio, posando, de pie, en la esquina de una habitación de la que sólo se distinguen un mueble detrás de ella. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Retrato de su hija Suzanne con 10 años» (1894).

Después vinieron Ulf y Pontus, nacidos en 1887 y 1888 respectivamente:

Carl Larsson - "Ulf y Pontus jugando" (1894) - La imagen muestra a dos niños en una habitación. están de pié, vestidos de igual manera (pantalones cortos y camisa azul marino). Llevan cascos militares y el que aparece delante, una espada de juguete en la mano. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Ulf y Pontus jugando» (1894)

A continuación nació Lisbeth en 1891:

Carl Larsson - "Lisbeth pescando" (1898) - La imagen muestra a una niña pequeña de espaldas al espectador, con un vestido azul y gorro rojo. Está apoyada en un pretil de un puente, aunque apenas lo sobrepasa y lanza su caña sobre él hacia el agua del río que hay debajo. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Lisbeth pescando» (1898)

Luego vino la pequeña Brita, en 1893:

Carl Larsson - "Brita como Iduna, la diosa de las manzanas" (1901) - La imagen muestra a una niña vestida de rojo con un gorro en forma de turbante también de color rojo. Lleva botas con ribetes de piel. En su mano izquierda sostiene un cesto lleno de manzanas y con la derecha ofrece tres velas encendidas de las que penden sendos hilos con manzanas. Mira al espectador risueña y sonriente. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Brita como Iduna, la diosa de las manzanas» (1901)

En 1896 nació Kersti:

Carl Larsson -  "Karin y Kersti" (1898) - La imagen muestra a Karin, la mujer del pintor, de pie en un dormitorio del que apenas se aprecia nada salvo una cama pequeña de color blanco. Va vestida de negro, lleva el pelo recogido en un moño alto y mira con seriedad al espectador mientras sujeta con delicadeza la mano de un bebé de dos años que apenas se tiene en pie. con la otra mano, le acaricia la barbilla. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Karin y Kersti» (1898)

Y, por último, nació Esbjörn en 1900:

Carl Larsson - "Esbjörn haciendo los deberes" (1912) - La imagen muestra una habitación con el suelo de tablas verdes y las paredes amarillas, Pegado a una ventana hay un pupitre rojo y ante él se sienta un muchacho de unos 12 años. Está reclinado hacia atrás, con la mirada ausente, haciendo caso omiso de las hojas de papel que hay sobre su pupitre. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Esbjörn haciendo los deberes» (1912)

Adolf Bergöö, el padre de Karin, les regaló en 1888 una casita, Lilla Hyttnäs, en la localidad de Sundborn, a 250 km al norte de Estocolmo. Y en ese pequeño pueblo (tan pequeño que incluso a principios de este siglo su población no llegaba a los 800 habitantes) Larsson descubrió un mundo de felicidad y de luz. Una luz que parecía prolongar las noches de sol de los veranos interminables en forma de una familia numerosa. Carl y Karen reformaron y decoraron Lilla Hyttnäs siguiendo un estilo moderno lleno de claridad. Karin, además de ser pintora, era diestra también con el telar y la aguja. Diseñó la mayor parte de los muebles de la casa, siguiendo unas líneas geométricas puras y basándose en un estilo rústico que no desentonara con el entorno. Pero también diseñó espléndidos motivos para los tejidos que iban a decorar su casa, ya fuesen cortinas, tapicerías o alfombras. Su estilo puede recordar al de Charles Rennie Mackintosh por su minimalismo y gusto por la geometría y, de hecho, al matrimonio Larsson se le incluye a veces entre los diseñadores de interiores del Modernismo sueco.

Carl Larsson - "Karin en el taller de costura" (c.1894) - la imagen muestra a Karin sentada tras una mesa de color verde sobre la que están extendidos una serie de paños de tela blanca. Ella está concentrada cosiendo. Detrás se aprecia parte de un telar.Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Karin en el taller de costura» (c.1894)

Los motivos diseñados por Karin combinan las estilizaciones vegetales, la influencia de los grabados japoneses y las líneas geométricas dando lugar a un estilo realmente moderno:

Cortina diseñada por Karin Larsson (c. 1900) en Lilla Hyttnäs - la imagen muestra una cortina una puerta. Está tejida en un telar (se aprecia parte de la trama) y en la parte superior aparece decorada con una flor circular con hojas geométricas y el la inferior el motivo decorativo son gruesas bandas ondulandas de colores azul, amarillo y rojo. Pulse para ampliar.

Cortina diseñada por Karin Larsson (c. 1900) en Lilla Hyttnäs

Larsson ganó enseguida fama con las acuarelas que realizó de su casa y su familia. Las publicó en un album de imágenes que se llamó «Un hogar» y pronto se convirtieron en las imágenes más populares de Suecia y él en uno de sus artistas más queridos. El sentimiento de felicidad es palpable en todas y cada unas de sus obras. A veces en forma de mirada infantil expectante ante los manjares situados sobre la mesa del comedor:

Carl Larsson - "Alrededor de la lámpara" (1900) - la imagen muestra en primer plano una mesa cubierta con mantel y servilletas sobre la que se disponen varios platos llenos a rebosar de bizcochos, patatas, una pierna de cordero y un tarro de salsa de arándanos. En medio, un quinqué encendido alumbra la mayor parte de los manjares. detrás de él se ve el rostro de una niña pequeña que mira con ojos muy abiertos y seria la mesa. Detrás de la lámpara y casi en penumbra, se distingue un jarrón lleno de flores rojas y tras de él, otro niño. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Alrededor de la lámpara» (1900)

Otras veces, la felicidad de poseer aquello que tanto anhelaba en su propia infancia asoma en forma de espacio, luz y orden en las habitaciones decoradas por Karin:

Carl Larsson - "La habitación de papá" (c.1895) - la imagen muestra el interior de un dormitorio con una gran cama con dosel en el centro. El suelo es de tarima de madera en su color natural marrón claro. Las paredes son blancas y las ventanas, vigas y puertas están pintadas de color rojo. La cama y sus ropas son blancas. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «La habitación de papá» (c.1895)

A pesar de la popularidad que le daban sus acuarelas, Larsson creía que sus mejores obras eran aquellas más monumentales que realizaba para escuelas, museos y otros edificios públicos. Pero éstas eran menos populares que sus álbumes y estaban menos valoradas. Se esforzaba por perfeccionar sus cuadros y deseaba el reconocimiento como pintor y no como un mero ilustrador. Así que cuando el comité del Museo Nacional de Estocolmo rechazó su Midvinterblot (El Sacrificio de Invierno) se sintió herido en lo más profundo de su ser. Esta pintura estaba destinada a decorar uno de los muros de la escalera central del museo y contrastar con otra, también realizada por Larsson, que mostraba al rey Gustav Vasa marchando hacia Estocolmo. Ni el tema (el sacrificio al que se ofrece el rey sueco Domalde para que su pueblo no pase más hambre) ni el modo de representarlo gustaron al comité y a los críticos:

Carl Larsson - El sacrificio de invierno (Midvinterblot) Cuarto esbozo (1915) - La imagen muestra a una multitud ante un templo de madera blanca. De entre todas las figuras destaca, a la derecha, un hombre desnudo que levanta la barbilla orgullosos: es el rey Domalde que va a ser ofrecido en sacrificio a los dioses para que terminen las malas cosechas y el hambre de su pueblo. A su lado, de espaldas y con un manto rojo, el druida que va a ejecutarle parece concentrado y con la cabeza baja. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – El sacrificio de invierno (Midvinterblot) Cuarto esbozo (1915)

Tras presentar los esbozos al comité, las críticas hacia el proyecto de Larsson fueron implacables: le acusaron de incongruencias y errores históricos (llegaron a decir que el templo se parecía a un restaurante de verano en la costa). De ser anticuado y excesivamente académico, lo cual no conjugaba bien con el espíritu más vanguardista del Museo Nacional (de hecho se sugirió que la obra se destinase al Museo Arqueológico) y con los nuevos tiempos del arte y de la cultura sueca. Larsson probablemente no entendió cómo todos aquellos que juzgaban su obra confundían la forma con el fondo. Para él lo más importante, lo que representaba mejor al espíritu sueco, era el sacrificio de un rey que ofrecía su vida para que su pueblo no volviera a pasar hambre otro invierno más. No es difícil pensar que para Larsson ese era el tema principal y no la exactitud arqueológica de la arquitectura del templo o la vestimenta de los druidas.

Hasta el final de su vida trabajó en su Midvinterblot, haciendo modificaciones pero sin ceder jamás a aquellos que le criticaban despiadadamente. Se quejó amargamente en sus memorias de ese desprecio a la que él consideraba su mejor y más grande obra. Quejas que quedaban a un lado cuando siguió pintando, hasta el último momento, a su familia:

Carl Larsson - "Lisbeth con abedules" (1910) - La imagen muestra un primer plano de su hija Lisbeth, de perfil, con el pelo recogido con un lazo negro, apoyada sobre el tronco de un abedul. Alrededor se aprecian más troncos de estos árboles. La chica mira hacia la derecha con un cierto aire melancólico. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Lisbeth con abedules» (1910)

 Y junto a él, somos testigos de cómo los niños se hacen hombres. Como el pequeño Esbjörn, ya con 19 años, en esta acuarela que su padre hizo poco antes de morir:

Carl Larsson - "Esbjörn leyendo en el porche" (1919) - la imagen muestra el interior de un porche pintado de verde. En un extremo vemos a un chico sentado, con los pies en alto, concentrado en la lectura de un libro. Tiene la espalda apoyada en la pared de la casa y la cabeza en un cojin rojo. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – «Esbjörn leyendo en el porche» (1919)

Carl Larsson murió en 1919 con la espina clavada del rechazo de su «Sacrificio de Invierno», que fue comprada por un particular y en 1987 acabó en las manos de un coleccionista japonés. Hiroshi Ishizuka, que así se llamaba el comprador, acabó haciéndole justicia a Larsson y su obra: cedió Midvinterblot para una exposición retrospectiva sobre Larsson en el Museo Nacional de Estocolmo y los comisarios de la organización decidieron situar la pintura en el lugar al que la había destinado el artista. La visión de la obra movilizó a la sociedad sueca y un buen número de donantes privados decidieron contribuir a la recompra de la pintura. En 1997 Ishizuka vendió Midvinterblot al Estado sueco y éste lo situó en la escalera central del Museo Nacional:

"El sacrificio de invierno" en el muro de la escalinata central del Museo Nacional de Estocolmo. La imagen es una fotografía de la escalera central del museo donde está situado ahora la pintura que Carl Larsson había destinado para ese lugar. Pulse para ampliar.

«El sacrificio de invierno» en el muro de la escalinata central del Museo Nacional de Estocolmo.

Aquello que no entendieron los sesudos e intelectuales miembros del comité del Museo Nacional cuando Larsson les presentó su obra, lo entendieron los suecos sin otra explicación más que ver la obra colocada en el lugar para el que había sido creada. Ellos supieron reconocer el sacrificio de su rey  pero también el inmenso talento del hombre que rindió homenaje a todos los que dan su vida para que aquellos a quienes aman nunca pasen penurias.

Carl Larsson - "Autorretrato con Brita" (1899) - La imagen muestra un retrato de cuerpo entero del pintor, vestido con traje y corbata roja, que sostiene sobre sus hombros a la pequeña Brita, que ríe a carcajadas mientras su padre hace gestos de asombro. Pulse para ampliar.

Carl Larsson – Autorretrato con Brita (1899)